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La Ópera de Viena, de noche.
Viena, una delicia para el amante de la música

Viena, una delicia para el amante de la música

Un par de días en la capital de Austria bastan para rendirse a la belleza de su Ópera, la imponente presencia del Musikverein y el encanto de las casas de Beethoven, Mozart, Haydn, Schubert y Strauss

Carlos Balboa

Domingo, 24 de abril 2016, 01:11

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Imaginaos la situación: llegas una estación mastodóntica de metro en la que hay negocios por doquier bajo suelo. Casi parece un centro comercial. En una esquina, justo antes de una boca de salida a la calle, aparece un pequeño servicio. Pero unos tornos te avisan de que su entrada está restringida. Hay que pagar. En concreto 70 céntimos. La necesidad se impone y hay que rascarse el bolsillo. Entras, y mientras uno se desahoga suena a todo volumen 'Libiamo Ne' Lieti Calici', el famosísimo dúo de 'La traviata', de Verdi. Estamos en el 'Opera Toilet', en KarlsPlatz. Todavía no has pisado el suelo de Viena y ya te recibe como mejor sabe: con música.

Y es que Viena es eso, música por todos sus rincones. La Ópera estatal, situada justo encima de esta parada de metro que les cuento, destila una belleza arquitectónica que impresiona. Para entrar y disfrutar de una visita guiada sólo hay que pagar 7,5 euros por cabeza. Merece la pena. Un trabajador del recinto te explicará en español (o en alemán, o en inglés, o en italiano) que los bombardeos de la II Guerra Mundial destruyeron la zona de butacas y los palcos y que la Escuela de Bellas Artes de la ciudad emplearon 10 años (desde 1945 hasta 1955) en reconstruirlo todo. "Imaginaros cómo sería de lujoso todo esto antes", nos cuenta. Franciso José y Sissi la convirtieron en todo un icono del glamour de la época y a lo largo de su historia, Mahler, Richard Strauss y Herbert von Karajan la elevaron como el referente operístico mundial. Y hoy en día puedes asistir a una obra por sólo 3 euros. Eso sí, tienes que hacer una cola de dos horas por la tarde y ver toda la representación de pie, un esfuerzo que merece la pena.

Este edificio funciona con un mecanismo perfectamente engrasado. 800 operarios trabajan para cambiar el escenario cada día y alojar el decorado de la función que esa noche va a tener lugar. El programa anual se elabora con cinco años de antelación. Sí, cinco años. ¿Es posible semejante previsión? "Nos tenemos que poner de acuerdo con la Filarmónica de Viena y cuadrar agendas", precisa nuestra guía, a quien se le escapa alguna palabra que otra en italiano. "¿Y cómo se organiza el Concierto de Año Nuevo?", pregunta una compatriota algo despistada. "Lamentablemente, no lo organizamos nosotros", responde la empleada de la Ópera.

En efecto. El concierto más visto del mundo, ese que te despierta de la noche más larga del año, se celebra en el Musikverein, un edificio que alberga varias salas de conciertos y que es la sede también de la Filarmónica vienesa. Tiene una de las mejores acústicas del mundo y su presencia exterior impone bastante pese a su poca ornamentación. Situado enfrente de la colosal iglesia de San Carlos Borromeo, es el principal recinto musical de este estilo de los muchos que hay en la ciudad y entre los que destaca además el Konzerthaus, a apenas diez minutos de distancia.

No falta nadie

Viena te regala la oportunidad de conocer más del pasado de los grandes compositores que marcaron la historia de la música. Es una delicia para los melómanos. Por apenas cuatro euros puedes visitar la casa natal de Schubert y también en la que murió; una de las muchas en las vivió Haydn y otras dos de Betthoven, entre ellas la Pasqualatihaus, donde compuso Fidelio, su única ópera. Al acceso a la vivienda más lujosa de Mozart en la capital austriaca cuesta 11 euros y merece la pena degustarla un buen rato. Se encuentra a la espalda de la Catedral de San Esteban y conserva una gran cantidad de manuscritos del genio de Salzburgo. Si bien todas ellas nos muestran instrumentos que estos genios usaron en su momento, la casa de Johann Strauss hijo es la más completa en recuerdos. Entre muchas cosas podemos ver su icónico violín y su piano, y hacernos una idea de cómo dio a luz a 'El Danubio Azul', esa contagiosa melodía que todos hemos tarareado alguna vez.

Precisamente Strauss protagoniza la estatua más visitada de toda Viena. Se encuentra, al igual que las de Schubert y Schindler, en StadPark. A lo largo y ancho de sus calles, la ciudad también ofrece a sus visitantes la opción de fotografiarse con otras figuras no menos trascendentes: las de Brahms, Beethoven o Mozart.

Como colofón, los turistas necrológicos tienen la oportunidad de rendir homenaje a todos ellos en los lugares donde reposan sus restos. En el casi abandonado camposanto de St. Marx descansa Mozart, en un aparte se indica el lugar donde se cree fue sepultado. Para visitar las tumbas de Beethoven, Brahms, Schubert y toda la familia Strauss hace falta coger el tranvía en Simmering, en la última parada de metro de la línea 3, y acercarnos al gigantesco Cementerio Central. Todos sus mauseleos se encuentran al entrar, en el sector 32 A, uno al lado del otro. Es el rincón de los músicos. Allí nos encontramos con un grupo escolar de niños de 10 años. Su profesora les explicaba, tumba por tumba, ante quién estaban y por qué se les idolatra. Desde pequeños se les hace saber que para su suerte viven en la capital mundial de la música. Un lujo.

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