El fútbol italiano no supera la homofobia
El entrenador del Napoles llama «maricón» al del Inter. «Eso es racista; un hombre así no puede estar en el fútbol»
darío menor
Viernes, 22 de enero 2016, 00:21
Maurizio Sarri tenía hasta el pasado martes por la noche fama de ser una rara avis en el fútbol italiano. Sin una carrera de jugador ... profesional a sus espaldas y tras haber trabajado durante años como empleado de banca, este tipo con una actitud en las antípodas del divismo de muchos entrenadores era visto como el regenerador del calcio. Se le ponía como ejemplo del currante que a base de esfuerzo y humildad conseguía, pasito a pasito, alcanzar el éxito. La mejor representación de ello era el título oficioso de campeón de invierno logrado por el equipo que entrena desde el verano, el Nápoles, aderezado además por el buen juego. No ocurría algo así desde 1990, cuando Maradona defendía esa camiseta. Era además la primera vez que el sucesor de Rafa Benítez se ponía los laureles por montera después de llevar décadas entrenando en las divisiones inferiores del fútbol italiano.
El aura de renovador de Sarri saltó por los aires en los últimos minutos del partido de hace dos días entre el Nápoles y el Inter de Milán. Los dos equipos se jugaban el pase a semifinales de la Copa de Italia. Después del gol del interista Ljajic en el minuto 47 del segundo tiempo, el entrenador del equipo lombardo, Roberto Mancini, se acercó al cuarto árbitro para preguntarle por qué añadía cinco minutos de tiempo suplementario. Al ver que se dirigía a hablar con el colegiado, Sarri le saltó encima y comenzó a insultarle. Enrabietado por el 0-2, el técnico del Nápoles no fue capaz de mantener las formas y se sumó a una de las ofensas más habituales de los estadios. En su comparecencia ante las cámaras tras el partido, Mancini dio los detalles de lo que le había espetado el rival. «Sarri me ha llamado maricón. Yo estaría orgulloso de serlo. No me interesa nada del partido, una persona de 60 años no se comporta así. Es una vergüenza. Sarri es un racista y los hombres como él no pueden estar en el fútbol. En Inglaterra no pondría nunca más un pie en el campo». Mancini reconoció que Sarri fue después al vestuario a excusarse, pero «no me tiene que pedir perdón, lo que debe hacer es avergonzarse». Tampoco sirvieron de mucho las explicaciones posteriores del técnico del equipo azzurro: «Son cosas normales que pasan en el campo y deben quedarse así. Es mejor que no hubiera pasado. Me he puesto nervioso, pero luego le he pedido disculpas a Mancini, aunque él no ha querido aceptarlas».
Sanción de hasta 4 meses
La pelea entre los dos entrenadores ha abierto un acalorado debate en Italia sobre la homofobia en el calcio, salpimentado por la curiosidad de muchos acerca de la orientación sexual de Mancini. En cierta forma tratará de zanjar este segundo debate el tribunal de disciplina deportiva al evaluar hoy si los insultos de Sarri constituyen una ofensa genérica o un caso de discriminación por motivos de sexo. La diferencia en la sanción es abismal. En el primer caso sería descalificado una o dos jornadas. En el segundo, la inhabilitación puede ser de hasta cuatro meses. La Gazzetta dello Sport adelantaba ayer que el tribunal optará por el castigo más leve aduciendo un peregrino motivo: Mancini es «notoriamente heterosexual». Tiene tres hijos, fruto de su matrimonio con Federica Morelli, de la que se separó el pasado mes de junio. Su divorcio está en los tribunales por cuestiones económicas: él le ofrece 25.000 euros mensuales y ella exige 166.000.
Los blogs especializados en el público gay de Italia celebraron las palabras de Mancini y recordaron que no es la primera vez que trata la homosexualidad en el fútbol, aunque lamentaron que se equivocara al hablar de «racismo» en lugar de «homofobia». En 2009 el entonces técnico del Manchester City reconoció sin tapujos que en el calcio había gais. Sus palabras provocaron un gran revuelo, pues chocaban con el discurso de otros protagonistas del balompié transalpino, como el entrenador Marcello Lippi y el dirigente Luciano Moggi, quienes aseguraron que en los equipos del país solo había espacio para los heterosexuales. «Creo que sí que hay gais en el calcio, como en todas las situaciones y en todos los lugares de trabajo», comentó Mancini.
Sarri trató ayer de rebajar la polémica al afirmar que «solo hablaba de fútbol» cuando le dijo «maricón» al rival. Recurrió además al socorrido tópico de que tiene amigos gais, «por desgracia, ya fallecidos». El sábado tiene una oportunidad para expiar sus penas: una asociación de homosexuales le ha invitado a participar en la manifestación convocada en Nápoles a favor de las uniones civiles entre personas del mismo sexo.
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