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«Busco a los que conocí bajo las bombas para verles sonreír»

«Busco a los que conocí bajo las bombas para verles sonreír»

Tengo 55 años y soy fotoperiodista especializado en conflictos. Pagué mis estudios y los primeros viajes currando 17 veranos en un chiringuito de playa. Regreso a los países que viví en guerra para visitarlos en paz.

isabel ibáñez

Sábado, 8 de agosto 2015, 11:46

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Imaginen al Gerva currando desde los 15 años en un chiringuito de playa de Tarragona. El Gerva es Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959), Premio Nacional de Fotografía 2009, reportero que ha cubierto diversos conflictos en América, Asia y África, la guerra del Golfo, la de Bosnia... Antes pasó 17 años sirviendo paellas, gambas y filetes con patatas, memorizando comandas y haciendo cuentas en un papel los tres meses de verano. «De lunes a domingo, a destajo. Con eso ayudaba en casa, financié mis estudios de periodismo y mis primeros viajes»

Si dejara el reporterismo...

Viendo cómo está la profesión en España... Aunque algunos crean que hacen maravillas, con unos medios que invierten en cualquier cosa menos en periodismo... Quizá me plantearía montar un chiringuito y trabajar de camarero, me defendería bien.

Diecisiete veranos. Odiará la playa.

No, me parecía muy curiosa la desconexión que hacía en esa época. Me ha pasado servir a unos clientes que estaban leyendo un reportaje mío en un dominical. Ese trabajo me sirvió para organizarme después en el periodismo. Pero no soy de tumbona. Este verano estoy mes y medio fuera, me voy en coche con mi mujer desde Zaragoza hasta Grecia, pasando por los Balcanes, Bulgaria, Kosovo, Macedonia... y vuelta por Albania, Italia. Haré un serial literario y fotográfico, como todos los años.

Tiene un hijo de 17 años, ¿cómo ha logrado conciliar?

Tengo conmigo a una persona que entendió lo que significaba el periodismo para mí y nunca me ha limitado. Y después de 30 años, es un milagro, seguimos juntos. Soy envidiado por colegas y amigos.

Imparte el curso La dignidad es lo que importa, un recorrido por los conflictos que ha cubierto. ¿A quién va dirigida esa frase?

Vamos a lugares donde ocurren hechos brutales, ves lo peor del ser humano, la violencia absoluta, la capacidad del hombre por matar al contrario, y te das cuenta de que aunque nos creamos salvados es una simulación. En condiciones distintas a las que vivimos podemos convertirnos de la noche a la mañana en auténticos salvajes.Nuestro país no está implicado hoy en conflictos armados y nos creemos vacunados contra la violencia. Falso. La única verdad incuestionable son las víctimas civiles y, cuanto más cerca estás de ellas, más cerca estás de la verdad: hay que tratarlas con la dignidad que se merecen.

Su último trabajo es Mujeres de Afganistán. ¿La ayuda internacional ha mejorado sus vidas?

Cuando las fuerzas internacionales llegaron a Afganistán, los talibanes habían dejado el listón tan bajo que con un mínimo la cosa mejoró. Pero no se ha profundizado. El padre o marido de la mujer que va a trabajar o la niña que va al colegio puede poner fin a eso sin ningún problema.

Se han cumplido 15 años del asesinato de su compañero Miguel Gil en Sierra Leona. ¿Qué siente cuando ve a periodistas degollados ante las cámaras por el EstadoIslámico?

Desde que empecé en conflictos, los periodistas han sido blanco de ataques. En El Salvador, en 1984, lo primero que me enseñaron fue una lista de periodistas amenazados por los Escuadrones de la Muerte. Me dijeron que mi nombre no apareciera nunca ahí porque tendría los días contados. Quizá hoy parece mucho más violento porque la puesta en escena es más espectacular. Pero degollamientos ya hubo en 2004 en Irak, lo que ocurre es que internet estaba menos desarrollado.

Sean Penn dijo que todos deberíamos ver las decapitaciones para saber a lo que nos estamos enfrentando.

Hay que poner cuidado;muestran sus fechorías para que se vean, es un triunfo para ellos. Y es injusto que una madre, padre, esposa pueda encontrarse los vídeos cuando no quiere verlos o no desea que se vean de manera masiva. Yo los veo porque es importante saber qué podría pasarme si me encontrara allí; cuando mis compañeros son liberados, hablo con ellos para conocer cómo defenderme psicológicamente.

De vuelta, ¿cómo se adapta sin que todo le parezca... estúpido?

Es complicado, llegas de un sitio donde ocurren cosas brutales y la gente que te rodea nunca ha visto un muerto de forma violenta, como mucho un accidente de tráfico. Y es complicado que tu cabeza no sea una bomba ante un mundo tan alejado que ni siquiera conoce lo que está pasando.

¿Tiene algún ritual?

Si he estado en una zona donde he visto cosas muy duras y en ese mismo lugar hay unas ruinas magníficas o unos mercados bonitos, los visito para compensar y lograr el equilibrio anímico. Me gusta regresar cuando la guerra ha acabado, buscar a las personas que conocí bajo las bombas y verlas en paz, sonriendo. Eso es lo que hago en vez de ir al psicólogo.

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