Los fantasmas del glaciar egipcio
En estas canteras se gana más que en una fábrica de El Cairo. El problema es que te puedes dejar una mano o un pie. Son tan peligrosas que se van a la huelga
z. ortiz de latierro
Lunes, 29 de junio 2015, 20:28
Por qué sonríe? No le espera una carrera en trineo por ese mar congelado de icebergs que sugieren las fotografías. Puro espejismo. Esto es una ... cantera de piedra caliza tan bella como el hielo, pero letal. Una legión de fantasmas corta, arrastra, transporta rocas ricas en fósiles que se convertirán en ladrillos para la construcción de viviendas. En el yacimiento de la provincia de Minya, al sur de El Cairo, el polvo blanco se cuela por ojos, nariz, boca, orejas, por el último poro de la piel, para agarrarse a los pulmones y quedarse para siempre. La ropa de seguridad es otra ilusión. No hay guantes, botas, ni chalecos. Las mascarillas son pañuelos; los turbantes, cascos. En sandalias y chándal manejan máquinas para serrar las moles blancas, que a veces no distinguen si dedo, si brazo, si pierna. ¿Por qué sonríe?
Quizás porque sigue entero y puede mandar a casa el jornal diario de 9 ó 13 euros, depende de cómo haya ido. Trabajar es un milagro en Egipto, con todos los indicadores económicos en rojo desde 2011. Las cifras oficiales hablan de un paro del 13,4% y el doble entre los jóvenes. A las ONG les da la risa, como al protagonista del reportaje, por no llorar. Dicen que es mucho más alto y que el mercado laboral es incapaz de absorber a los 800.000 jóvenes que se incorporan cada año. Las familias tienen cada vez más hijos porque son mano de obra para las tareas agrícolas. Pan para hoy y hambre para mañana que alimenta el círculo de la pobreza.
Amr Abdallah Dalsh, el reportero de la agencia Reuters que ha cubierto su objetivo de polvo blanco, no se topó con analfabetos en la cantera de Minya. La mayoría son trabajadores agrarios con cierta formación y chicos con título universitario expulsados por la saturada capital. Los menores de 30 años representan el 60% de la población, casi la mitad de los egipcios vive por debajo del umbral de la pobreza y el 40% con menos de dos euros diarios.
El panorama no pinta blanco, precisamente. El país más poblado del mundo árabe está desbordado por un baby boom van por el millón de recién nacidos cada seis meses que se ha convertido en una bomba de relojería. Este alucinante crecimiento demográfico amenaza con minar más la mísera calidad de los servicios públicos en un país de 88 millones de habitantes y escasos recursos naturales, que no termina de salir de una agitación política nacida al calor de la pelea por el pan y la justicia social.
Los picapedreros de Minya le han contado a Amr Abdallah Dalsh que han buscado cualquier tipo de empleo en la ciudad y nada. Tampoco es que sea muy apetecible quedarse en las urbes, con cortes de electricidad, el abastecimiento de agua amenazado por un nuevo reparto de la cuenca del Nilo y el trigo que cada día escasea más. Así que hacen los bártulos y se van a cortar piedra a esta tierra alejada del turismo por la violencia que arrasó la zona en la década de los noventa.
Ahora no está generalizada, pero si eres copto tienes las horas contadas. De esta provincia eran los mártires de Libia, los 21 egipcios pasados a cuchillo por los yihadistas en una playa de Libia en enero. Y de Minya son los cuatro cristianos, de entre 20 y 25 años, secuestrados el mes pasado mientras se dirigían a un santuario mariano y por los que han pedido un rescate de 70.000 euros.
Secuestros
Aquí, en el Alto Egipto, se concentra buena parte de los coptos y su secuestro sistemático se ha convertido en un negocio más rentable que el de la cantera nívea. Según la activista Mina Thabet, investigadora en la Comisión Egipcia para los Derechos y las Libertades, el dinero pagado en esta provincia para rescatar a los raptados entre enero de 2011 y diciembre de 2014 supera los 16 millones de euros. «Somos el elemento débil de la sociedad, así que si algo pasa seremos las primeras víctimas. Eres un objetivo para los extremistas cuando nadie te está apoyando».
Los mineros también se sienten abandonados. Ante tanta mutilación de órganos con la rotaflex, el gobernador de la provincia ha ordenado construir un hospital cerca de las canteras, del que el fotógrafo de Reuters no ha encontrado ni los cimientos.
Los trabajadores tampoco están cubiertos por la seguridad social y los seguros médicos son propios de otras latitudes. Con los pocos guijarros de dignidad que les quedan se van a la huelga. En julio protestarán porque no pueden más. Un jornal de 13 euros puede parecer un botín en un país donde el sueldo mensual de los obreros ronda los 73 euros, en el sector textil baja a los 42 y si eres mujer te tienes que conformar con 16. Pero 13 euros diarios no valen una mano o una pierna, ni siquiera en la humilde Minya. ¿Por qué sonríe?
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