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Despertar de nuestra amnesia sísmica

ANTONIO ARETXABALA

Lunes, 23 de febrero 2015, 19:45

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Un nuevo terremoto con intensidad V-VI y magnitud cercana a 5, impacta en una zona no propensa a la sismicidad y da la sorpresa a geólogos y expertos; se siente en el sureste español y sobre todo desata la alarma en las redes sociales por su impacto en la capital Madrid; unas horas después ya se habían dado varias réplicas, también hubo terremotos premonitorios unas horas antes. Se trata de otro terremoto muy similar al de 2007 que golpeó en Pedro Muñoz y se sintió desde Asturias hasta Murcia, el centro de Iberia es una de esas zonas intraplaca (no hay choque de placas) donde estos fenómenos son raros, sin embargo hay fallas supuestamente desconocidas y cada cierto tiempo nos despiertan de nuestra amnesia sísmica.

La historia de España salvando el lapso de 131 años justo a la entrada de la modernidad en los últimos siete siglos, está repleta de ejemplos de terremotos destructivos con intensidades por encima de VIII en la escala Mercalli (por encima de 5 a 6 en la de Richter), "los temblores de tierras" y el qué hacer si brotaban, eran temas de estudio en las escuelas y universidades hasta hace cien años. La cultura de la sismicidad es un fenómeno que no se ha actualizado como otros aspectos del país. Simplemente se olvidó. Cada vez son más frecuentes estos fenómenos, nos dicen desde entidades como el USGS o la NASA, nuestras actividades industriales, extractivas, inyecciones de fluidos, nuestras enormes infraestructuras y los agresivos cambios en los patrones hídricos y climáticos según expertos como Bill McGuire, John K. Costain y otros, así nos lo vienen advirtiendo, provocan perturbaciones en la corteza que tarde o temprano se reajusta y lo sentimos como terremoto.

Posiblemente lo ocurrido en Albacete sea algo normal: el transcurso de un fenómeno cuya recurrencia en la zona puede ser de siglos. El medio humano va adaptándose poco a poco a los embates de la Naturaleza, y deberá contar no sólo con la sismicidad natural tan poco estudiada, sino con aquella que ya claramente nos advierten proveniente de nuestras actividades. La labor de separar ambas es difícil y sometida a todo tipo de intereses o especulaciones más o menos molestas, sin embargo es un hecho, pero un hecho en que todavía hay líneas oficiales y visiones emergentes de un fenómeno que ha acompañado al ser humano desde que éste apareció andando sobre dos miembros por la corteza terrestre. Los terremotos ya existían, ahora siguen con nosotros y lo seguirán haciendo. El problema es que sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena.

Las fallas españolas activas aparecen implícitas en nuestra norma sismorresistente (NCSE02) aún vigente desde 2002, pero en profunda revisión después de lo de Lorca. Las que consideramos inactivas no se contemplan. Las primeras afectarían a un total de 2618 localidades situadas en zonas con riesgo sísmico, en 724 se aglomeran más de 5000 habitantes, una población de más de 20 millones de personas. De las fallas que creemos inactivas casi nada sabemos. No obstante, a pesar de ser España un país sísmico, no existe una conciencia histórica de élite sectorial o de altura científica con cierta proyección popular, tampoco universitaria, sobre el riesgo sísmico y su importancia. El largo tiempo transcurrido,131 años, desde el catastrófico terremoto de Andalucía de 1884 con cerca de 1200 muertos y una destrucción que llegó al grado X, ha conformado también nuestra amnesia sísmica.

Episodios recientes como los de Lorca, El Hierro, Jaén o Navarra, ocupan espacios de actualidad en lapsos de tiempo muy cortos y el fenómeno vuelve a ser marginal. Sin embargo a la luz de la realidad de una irrefrenable tendencia a la concentración en ciudades, lo cual ya parece imparable, tendremos que afrontar algo para nada desechable: en una década cerca del 70% de la población viviremos en núcleos urbanos más vulnerables a estos fenómenos. Muchas de nuestras ciudades se han construido en muy cortos lapsos de tiempo; los criterios de ordenación heredados pertenecen a planteamientos urbanísticos del siglo XX donde la sismicidad no era un factor a tener en cuenta. Los recientes terremotos europeos mayores de 5 han sorteado en cierta medida el golpear cerca de grandes ciudades, si exceptuamos Lorca en 2011 (4,5 y 5,2) o lAquila en 2009 (5,8) así como los de Emilia Romagna en 2012, de momento los núcleos urbanos en general en Europa se han librado, pero esto no tiene por qué seguir siendo así.

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