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Las Chías, o Granada en Viernes Santo

Las Chías, o Granada en Viernes Santo

La Soledad de San Jerónimo cerró una larga jornada

Fernando Argüelles

Sábado, 4 de abril 2015, 01:42

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Las cuatro chías, con sus tambores y largas trompetas interpretando la melodía propia creada el pasado año por Manuel Elvira, director de la banda de Música Los Ángeles de Granada, volvieron a abrir el clásico cortejo de la hermandad de la Soledad de San Jerónimo. Las chías blanca, negra, roja y morada llamaban la atención de todo el público que contempló al cortejo en su recorrido por las calles granadinas, especialmente de los niños, que no dejaron de proferir el tradicional grito de Chía toca la trompeta. Tras las chías, la cruz de guía de la hermandad y las filas de hermanos vistiendo sus túnicas de rao negro con el característico capillo amarillo en forma de escapulario y los originales farolillos de forja tradicionales en esta cofradía.

Al igual que el pasado año, el Señor iba situado sobre unas pequeñas andas, llevadas sobre el hombro por hermanos que vestían túnicas y unos verdugos sobre la cabeza. La hermandad estrenaba, precisamente, los remates de los varales del paso del Señor, con el antiguo escudo de la cofradía realizados por Miguel Ángel Moliné. Muy cuidada la presentación de la imagen, que si sigue conservando el acompañamiento de los personajes vivientes de la Virgen y las tres Marías.

En el cortejo de la cofradía muchos espectadores intentaban localizar al preso que este año libera la cofradía, que desde hace unos años lograba rescatar esta tradición de antiguo en la corporación. En esta ocasión, la persona liberada ha sido XXXXXX.

La banda de los Ángeles sirvió de acompañamiento al paso de la Soledad, bellísima dolorosa del siglo XVII atribuida a Pedro de Mena. Del año 1881 data su impresionante manto, una verdadera joya del bordado que, incluso, en alguna ocasión llegó a lucir la Virgen de las Angustias. Cuidadas interpretaciones musicales acompañaban el andar costalero de la cuadrilla. La hermandad de la Soledad es continuadora de la que ya en el siglo XVI partía de la desaparecida iglesia de Santiago en la calle Elvira, y que se recogía en el Monasterio de Santa Paula, un lugar íntimamente vinculado a esta cofradía que también tuvo aquí su sede hasta principios de los años setenta, lo que hace que todavía ayer muchas personas la llamara por las calles la Soledad de Santa Paula.

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