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Episodio 9

El hombre de las mil deudas

El negocio de Javier, una pequeña imprenta, iba bien. Y el amor, los amigos y la familia. Una vida tranquila, perfectamente normal. Hasta que todo empezó a torcerse. Le puede pasar a cualquiera…

Jueves, 23 de junio 2022, 13:46

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De la noche a la mañana, la vida de Javier se desmorona. Del cielo al infierno. De una existencia apacible a encontrarse en una pesadilla de llamadas, deudas y reclamaciones. Es la historia de una caída. Y de lo que pasa después, en el medio del túnel, cuando cambia el sentido de la vida.

Créditos

  • Una historia de Inés Martínez

  • Producida por Irene Martínez

  • Ilustración de Alicia Caboblanco

  • Edición y coordinación de Andrea Morán

  • Producción sonora de Rodrigo Ortíz de Zárate

  • Narración y dirección de José Ángel Esteban

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Transcripción

Episodio 9

El hombre de las mil deudas

Fuera del Radar
El hombre de las mil deudas
José Ángel Esteban: ¿Qué tal? Bienvenidas y bienvenidos a nuestras historias. La vida a veces te da palos. Eso lo sabemos todos. En un mal momento puedes llegar a pensar que no vale la pena seguir adelante.
J: En momentos malos, llegué hasta a plantearme el quitarme de en medio.
JAE: La de Javier es una de esas historias dramáticas, desesperantes y tristes. Por cierto que no mencionemos su apellido, y eso algo que respetamos, porque afecta a su familia y a alguno de sus amigos más cercanos. El caso de Javier es uno de esos en los que parece evidente que el destino ha decidido ponerse en contra. Primero un golpe, luego otro y otro… y otro más.
J: Yo ni en mis peores pesadillas hubiera pensado que iba a pasar por esta situación.
JAE: Una situación que a veces sirve para aprender que lo fuerte que se es cuando te ponen las circunstancias a prueba.
J: Había noches que me despertaba llorando.
JAE: Antes de que todo comenzara a torcerse, Javier era socio de una empresa.
J: Al final entras con una ilusión en un proyecto que te ofrecen, yo como socio minoritario.
JAE: Pero las cuentas empezaron a no cuadrar y las deudas comenzaron a crecer.
J: Hubo una temporada que todas las mañanas me llamaban dos o tres empresas, despachos de abogados, de bancos, reclamando el dinero.
JAE: Su vida personal también comenzó a resentirse.
J: Yo me pasaba las semanas de viaje y eso veías que no, que no funcionaba.
JAE: Y además de perder dinero, trabajo y compañía, también tuvo que desprenderse de su casa, de su hogar.
J: Cuando conseguimos vender la casa, a los dos o tres años, fue por lo que me quedaba de hipoteca.
JAE: Cuando pensaba que nada más podía ocurrir, que ya tenía todo en contra, Javier siguió cayendo más abajo…
J: Dijo «disculpe, pero tengo que informarle que hemos encontrado...», sus palabras fueron «algo grande y feo».
JAE: Esta es la historia de un hombre corriente. Y de sus dificultades. Del pozo en el que se vió atrapado.
CABECERA
JAE: De la noche a la mañana, la vida de Javier se desmorona. Pasa del cielo al infierno. De disfrutar de una existencia apacible a encontrarse en una pesadilla de llamadas, deudas y reclamaciones. De sentirse satisfecho a perderlo todo. Es la historia de una caída. Y de lo que pasa después en el medio del túnel. Una historia de resiliencia. De esas que tal vez cambian el sentido de la vida. Sigue contándola Inés Martínez.
Inés Martínez: Estamos en Logroño. Esta no es la ciudad natal de nuestro protagonista, pero sí es el lugar donde ha vuelto a ser feliz. Aquí se ha hecho fuerte después de un viaje que no habría podido ni imaginar hace apenas unos años. Por ejemplo, en 2005, cuando Javier era el socio de una empresa:
J: Se convirtió en dos empresas, una editorial y una imprenta.
IM: Se dedicaban sobre todo a preparar material para oposiciones.
J: Ampliamos a otra serie de materias: sanidad, bomberos, de todo ese tipo, y coordinamos grupos de trabajo muy grandes fuera.
IM: En aquel momento el negocio iba viento en popa.
J: Pues la verdad que fueron años de mucho trabajo. Todo fue creciendo poco a poco. Con mucho esfuerzo. La empresa se fue consolidando.
IM: Tanto es así que decidieron invertir.
J: Había perspectivas de llegar a acuerdos con grandes editoriales para imprimir sus libros en digital y la dirección de la empresa apostó muy claramente por esa línea de negocio.
IM: Fue pasando el tiempo hasta 2008, un año del que cuesta olvidarse… El año de la crisis.
J: Sí que es cierto que la crisis afectó primeramente a otros sectores: el sector inmobiliario, los bancos, etc. Y a nuestro sector, que se dedicaba al mundo de la edición de libros para preparar oposiciones y libros de formación, llegó más tarde.
IM: Pero llegó. Con el tiempo se frenaron todas las ofertas públicas y todos los planes de formación. El negocio cayó en picado.
J: Tienes que reducir plantilla, tienes que reducir costes, vendes menos. Los acuerdos que se iban a firmar con editoriales quedaron todos en stand by.
IM: Y las consecuencias fueron inevitables.
J: Se tuvo que meter un concurso de acreedores.
IM: Dentro del equipo directivo no todos los socios estaban de acuerdo sobre el rumbo que iba tomando la empresa.
J: Ahí empezaron las fricciones entre los socios, en lo que era el proceder tanto en la editorial como en la imprenta.
IM: Algo que nunca esperó que pudiera pasar.
J: Te tiras años trabajando, viendo que el esfuerzo tiene su recompensa y jamás piensas que eso va a ocurrir jamás. Jamás.
IM: Javier finalmente decidió dar un paso a un lado.
J: Y yo decidí dejar de trabajar con ellos. De hecho, llegamos a un acuerdo en el que yo les cedí mis participaciones porque yo no estaba de acuerdo con cómo se estaba llevando la situación y me desvinculé completamente de la editorial.
IM: Y así es como dejó el trabajo. Renunció. Ese parecía el final de una etapa. Un proyecto que no sale del todo bien, que se termina a tiempo. Una experiencia, también un aprendizaje… Pero no iba a ser así de sencillo. El frenazo en su vida laboral dejó a Javier con más tiempo para darle a la cabeza.
J: Me dio tiempo a pensar, a saber lo que quería, a saber si era feliz con mi trabajo y mi vida personal. Tomé una serie de decisiones y decidí separarme.
IM: Esa ruptura no fue un impulso, surgió de una reflexión meditada y sensata.
J: Cuando viajas y te das cuenta de que no echas de menos a la persona con la que convives, una relación de 10 años, pues te das cuenta de que eso realmente no te hace feliz.
IM: En esta época es cuando comienza el giro vital de Javier.
J: Mi vida y mi corazón empezaban a estar en otro sitio.
IM: Un giro que está acompañado por la búsqueda de un trabajo, de un propósito y también de una casa, un nuevo hogar.
J: Me tuve que alquilar un apartamento porque yo me fui de casa y pusimos la casa a la venta.
IM: En este nuevo comienzo también llegó un nuevo compañero: Óscar.
J: Una vez que ya me había separado, yo seguía trabajando, yo seguía viajando. Conocí a la que hoy es mi pareja, que llevamos 11 años.
IM: La pareja comienza una relación a distancia, desde Madrid (donde vivía Javier) y La Rioja (donde está Óscar). Aunque en este momento él no lo supiera, Óscar iba a ser su apoyo incondicional, su mayor soporte en todo lo que quedaba por venir. Porque la situación con la empresa no deja de empeorar y la relación entre los socios se tensa.
J: Fue cuando determiné que esa situación era insostenible y dejé la empresa. Ahí fue cuando llegamos a un acuerdo con las participaciones.
IM: La decisión fue firme y Javier confiaba en que marcara el punto definitivo. Abandonar la empresa, romper cualquier vínculo con ella, y dejarlo todo aquello atrás.
J: Yo me mudé a vivir a La Rioja, me puse a buscar trabajo.
IM: Estando ya en la misma ciudad que Óscar, en ese momento lo prioritario para Javier era recuperar su vida laboral. Darle un sentido a su rutina. Encontrar una nueva vocación.
J: ¿Y yo qué sabía hacer? Pues sabía de artes gráficas, sabía como se hacía un libro de procesos..
IM: Se lanzó a buscar trabajo aprovechando la experiencia que había adquirido en el mundo de la impresión.
J: Me resultó fácil encontrar un perfil comercial dentro de las artes gráficas, que era a lo que yo podía optar. La parte jurídica la tenía ya muy en desuso.
IM: Mientras su cabeza estaba centrada en su nueva vida, en Óscar, la nueva ciudad y su nuevo puesto de trabajo, las dificultades que arrastraba con la imprenta seguían su curso. Empezaron a surgir problemas jurídicos.
J: Empezaron a llegar demandas, demandas por cantidades muy importantes.
IM: Las compras y las inversiones de la empresa ahora son un lastre que va aumentando la presión frente a los acreedores.
J: Inversiones en maquinarias de imprentas digitales, de guillotinas de troquelado, las que son inversiones fuertes.
IM: Y entonces a Javier le llega el primer aviso.
J: Cuando te llega la primera demanda por 200.000 o 300.000 euros dices «¿Qué voy a hacer yo? ¿Cómo voy a pagar esto?». Y te llega una demanda, y te llega otra…
IM: Las cantidades fueron aumentando hasta que la deuda se hizo inasumible: 3 millones de euros.
J: A mí esas demandas eran como si me clavaran puñales en la espalda porque has jugado a algo aunque no sepas jugar.
IM: Para él, que era socio minoritario y se sentía desvinculado de la empresa, estos pagos le resultaban injustos.
J: No sentía que la deuda fuera mía. Yo no había gestionado esas inversiones simplemente era socio, que ya era condición suficiente para tener que responder a los papeles que había firmado.
IM: Javier estaba devastado. A su estado anímico no le ayudaba la presión y persecución a la que se veía sometido cada día.
J: Hubo una temporada que todas las mañanas me llamaban dos o tres empresas, despachos de abogados, de bancos reclamando el dinero. Eso eran cartas, burofaxes. Yo lo sentí como un acoso y derribo. Yo entiendo que están en su papel.
IM: La situación se volvía insostenible.
J: Me llamaban todas las mañanas. Tuve que cambiar el número de teléfono.
IM: La idea de que esto iba a repetirse como un bucle sin fin llegó a hacerle mella.
J: ¿Y esto va a ser así toda la vida, toda la vida voy a tener que estar soportando que me llamen? Que no son amenazas, son recomendaciones que te dan.
IM: En esta situación tan delicada y angustiosa, cuando Javier miraba al lado siempre se encontraba el apoyo de Óscar. Aunque él también tenía sus momentos de debilidad.
O: Ahí sí que hubo un momento en que lo pasó muy mal y yo lo pasé mal por la parte que me toca de la convivencia.
IM: Óscar era consciente de que, a pesar del buen carácter de su pareja, la situación era tal que podía explotar por algún lado. Le tocaba hacer de contrapeso. Y ahí es donde juega un importante papel su personalidad, calmada y paciente.
O: Por los miedos de cómo le podría seguir afectando la situación. Esa bola mental que se puede hacer y que, bueno, no sabes en qué momento puede desencadenar en una depresión o en una reacción o lo que sea.
IM: Javier era consciente de que con Óscar agarrándole era más difícil que cayera.
J: Realmente he sido un afortunado, sobre todo por el apoyo como pareja, de estar ahí y de quitarle hierro a todo.
IM: Y así, compensando la balanza, se enfrentaron juntos al siguiente paso. La empresa ya no era solvente y no podían hacer frente a las deudas. La única solución pasaba por presentar el concurso de acreedores, un proceso en el que se intenta que un deudor insolvente satisfaga a varios acreedores:
J: La verdad que yo puse todas mis esperanzas en el concurso de acreedores porque me parecía tan injusto tener que hacer frente a deudas tan descomunales.
IM: Su esperanza se desmoronó. El concurso fue denegado en el Supremo y Javier se vino abajo.
J: Era una presión que si estás en una situación anímica normal se puede sobrellevar, pero cuando tienes esa carga, esa presión, a mí me rompía.
IM: Para Óscar, este momento fue el golpe más duro que recibió su pareja:
O: El peor momento durante todo este tiempo fue con el primer «no» del procedimiento judicial. Cuando todos estábamos diciendo «si esto es de cajón, esto sale, es un «sí» o «sí» o «sí» pero, claro, te sale un «no». Moralmente él estaba mal.
IM: Fue ahí cuando Javier empezó a no ver la salida.
J: Llegué a pensar en quitarme del medio, porque no veía solución.
IM: Una vez que se toca fondo, hay dos soluciones: anclarse en el pozo para siempre o intentar salir de él. Y Javier decidió salir. Y lo hizo sin miramientos. Sin darle vueltas. Sin pasar por un largo proceso de reflexión. Fue una cuestión de actitud.
J: Ahí mi cabeza hizo un clic. Dije «Se acabó. Ya no lucho más, pero esto ya no me va a hundir.»
IM: Después de años confiando en que la justicia le aportaría una solución, la sentencia del Tribunal Supremo le hizo despertar y pasar página.
J: Dije «no, esto ya está, esto ya llega a su fin, ya lo he intentado, no ha salido bien, viviré, aprenderé a vivir con ello, lo guardaré en algún cajón de mi de mi ser. Pero esto no me puede hundir más».
IM: Desde 2011, Javier había dedicado toda su energía a un problema que ahora empezaba a entender que se le escapa a su control.
J: Tuve que pasar un periplo muy, muy malo, muy malo para darme cuenta de que de que no tenía la importancia que yo le estaba dando.
IM: Comenzó a darse cuenta de que tenía todo lo que necesitaba. Tenía el apoyo de su pareja, su cariño. Era realmente feliz. Así que centró su atención en no pensar en sus problemas económicos.
J: Era súper feliz, soy súper feliz. Y ahí mi cabeza dijo se acabó, esto ya no tiene solución. Tiro la toalla y vamos a intentar hacer la vida más normal…
IM: Sin embargo, quedaba una última batalla. La más importante.
J: Y, bueno, en ese «no sé qué más me puede pasar», pasó.
JAE: Después de años enfrascado en una deuda millonaria, luchando en procesos judiciales, con cambios de empleo y mudanzas de por medio, Javier comienza a ver la luz del túnel. Pero justo entonces recibe una noticia que va a paralizarle. Enseguida retomamos el relato.
PAUSA
JAE: Superada aparentemente una época complicada, casi imposible en la vida de Javier, las angustias económicas parecían despejadas. Pero esa tranquilidad, sin embargo, va a durar muy poco. Sigue contando Inés Martínez.
IM: En 2018, Javier va al hospital por una revisión rutinaria. Óscar, su pareja, tenía un viaje de trabajo y no estaba con él. Igualmente, esa cita médica no parecía nada importante:
O: Yo estaba en un viaje porque además sí había una prueba en la que tenía que ir acompañado y tuvo que ir una amiga porque yo no estaba. No podía ser yo el que iba con él a la prueba médica.
IM: Javier había tenido unos problemas estomacales, nada aparentemente grave. Pero entonces llegó el diagnóstico. A Javier las palabras del médico se le quedaron grabadas a fuego en la memoria.
J: Me dijo «sí, es un cáncer de colon».
IM: El shock fue tremendo.
J: Claro, en ese momento dices a ver cómo asimilo yo esto que me acaba de decir.
IM: Llegó a casa y se sentó en el sofá. Pensando. No reaccionaba.
J: Ahí me quedé en casa solo, dándole vueltas. Dándole vueltas a la palabra 'muerte'.
IM: Y después, llegó el momento de tener que decírselo a Óscar.
J: Si te digo la verdad, esperar la llamada de Óscar.
IM: Y en ese momento, cambiaron los papeles. Óscar dejó de ser el fuerte, como acostumbraba:
O: Realmente yo fui la persona que me vine abajo. Él lo llevó bien, el tenía más fuerza moral y supo contener mejor los miedos, ese primer momento de duda, de «se te cae el mundo encima». Lo llevó bien y yo lo llevaba peor.
J: «Hoy te dejo llorar, pero se acabó. No vamos a llorar, vamos a pelear hasta donde lleguemos. Pero esto no me va, no me puede hundir. Es un bache nuevo.»
JAE: Y así fue. En esos momentos tan duros, en los que te ves a punto de caer, es imprescindible contar a tu lado con alguien que te sujete. Óscar se fue recomponiendo.
O: De todo se sale. Y habrá que adaptarse y aprender a convivir con ello. Y ya está. Las ganas que él tenía de salir de esto, de olvidarse de toda esa etapa negra y poder tener una vida normal como cualquiera.
IM: Javier lo cuenta incluso sorprendido. No era consciente de su fortaleza.
J: La verdad es que me pilló con la cabeza tan fuerte… En ese momento que había pasado por todo el tema del concurso, de las demandas, que lo había pasado tan mal, que por mi cabeza se había pasado en bastantes ocasiones quitarme de en medio… En ese momento dije «basta, hasta aquí, ya no puedo más.»
IM: Javier empezó muy motivado el tratamiento contra el cáncer de colon. Día a día abría su caja de pastillas de quimio y radio y las tomaba con la naturalidad de quien confía en que todo va a salir bien. Pero, además, tenía que operarse.
J: La cirujana nos confirmó que era un cáncer de colon, que era un señor cáncer de colon, que era grande, que estaba muy cerca del ano, lo cual era un problema.
IM: La médico le explicó con detenimiento cómo iba a ser la operación.
J: Ella nos explicó la cirugía, todo, pero yo no la oía realmente. En mi cabeza estaba pensando en mi pareja, en mis padres, en «esto se me ha acabado. Este billete ha llegado a su fin y se acabó el viaje».
IM: Cabía la posibilidad de que, después de la cirugía, Javier tuviera que vivir con una bolsa en el estómago para siempre.
J: ¿Quién quiere vivir con una bolsa en el estómago? Si te toca te toca y lo asumes como tienes que asumir tantas cosas.
IM: El pánico a un desenlace inesperado entró en escena y Javier tomó, una vez más, una importante decisión.
J: Tanto miedos me entraron, aunque yo no lo transmitía, que me senté con quien era mi novio y hoy mi marido y le dije «cari, nos tenemos que casar». Así, sin pedida, sin anillo, sin nada de romanticismo.
IM: Y Óscar dijo «sí, quiero».
O: Fue algo más provocado o acelerado por el tema del cáncer, porque queríamos que antes de que hubiera una operación estuviera todo lo más atado posible, con lo cual ese fue el punto de vista inicial. «Tengo que ir al notario, firmo»...
IM: Lo que iba a ser un mero trámite se convirtió en una boda preciosa. Lo recuerdan como el día más bonito de sus vidas.
J: «Bueno, venga, vamos a ampliar un poquito más. Pues ya que estamos…». Al final, hicimos una fiesta en casa de lo más íntimo. Contratamos un pequeño catering y para mí fue la mejor boda del mundo mundial.
O: Fue un día bonito, porque fue un día que en principio puede parecer que no se coció de una manera normal, que no fue una boda al uso: la preparamos con mucho tiempo, llamamos a todo el mundo, lo hacemos todo…
IM: La boda significó un paréntesis en el tema de la empresa.
O: Lo hicimos además como queríamos, lo hicimos muy rápido, muy fácil y con amigos, sin complicarnos mucho, pero hacerlo muy divertido.
IM: Y también lograron olvidarse, al menos durante unas horas, de la enfermedad.
J: Eso sí, a las 12 de la noche, entre algo que bebí y que estaba flojo, estaba ya metido en la cama el resto de la fiesta. Pero para mí fue un día maravilloso, fue un día como de despedida, de decir «por si no nos volvemos a ver.»
IM: Poco después de la boda llegó el día de la operación. La posibilidad de que Javier tuviera que vivir con una bolsa en el estómago cobró de nuevo protagonismo. Antes de la anestesia el médico le dijo que si despertaba con la bolsa a su costado izquierdo significaba que sería para toda la vida. Si, por el contrario, la bolsa estaba a la derecha, era temporal.
J: Y mi obsesión era saber dónde tenía puesta la bolsa. Desperté de la anestesia y medio grogui y medio moribundo me eché las manos a la tripa y vi que tenía varias bolsas puestas. Pero, claro, una era la bolsa temporal, que me confirmaron que era temporal, y las otras eran de drenajes.
IM: Tras el tratamiento de quimio y radio, esa primera operación, un descanso para recuperarse y una segunda operación, Javier comenzó con la rehabilitación. En más o menos año y medio pasa de la incertidumbre de enfrentarse a un cáncer, a revisiones periódicas en las que las noticias son muy buenas.
J: Y la verdad que lo recuerdo como un proceso muy bonito. Fíjate, todo lo duro que es que te digan que tienes un cáncer, que pasas una quimio, para mí lo recuerdo con tanto cariño… Me ha dado la vida.
IM: Hacía tiempo que la deuda empresarial había pasado a un segundo plano. Se había centrado en curarse, disfrutar de los suyos, hasta que llegó una llamada de su abogada.
J: Pues en ese transcurso, el despacho de abogados me dijo «Javier, ha cambiado la regulación, ya se ha aclarado el concurso para los doctores como personas físicas. Ya está todo más claro».
IM: Él no se imaginaba retomando el tema. Lo había dejado atrás. Había aprendido a vivir con ello.
J: Y a la cual ya me había mentalizado, absolutamente mentalizado, de que mi vida iba a estar sujeta a esta deuda de tres millones y pico de euros. Pero ya me daba igual.
IM: Aun así, superar la enfermedad le había demostrado a Javier que era más fuerte de lo que pensaba.
J: El sobrevivir al cáncer, al tratamiento y a toda esa situación, me dio fuerzas para todo. Me dio ganas de vivir, me dio ganas de luchar por lo que realmente merece la pena.
IM: Prepararon el papeleo y en cuestión de meses llegó la resolución tan esperada. Javier había sido completamente exonerado de su deuda.
J: Y ese día fue como, uf, como si de repente te quitas 50 kilos de encima y dices «Dios, esto es verdad».
IM: Fue un antes y un después.
JAE: Habían sido muchas cosas en pocos años: una lucha contra un cáncer, una separación y un cambio de vida radical de por medio. Por fin podía vivir tranquilo.
J: Pues ese día me hinché a llorar y solo en casa porque no me lo creía. Y también me quedé un poco como con chasco. Pero, tú fíjate, estás esperando que algo pase, que algo cambie, pero nada cambió. O sea, no salió confeti del techo ni nada por el estilo.
JAE: Óscar también respiró aliviado…
O: Estaba por aquí en Logroño, estaba en la oficina, me llama. Con mucha alegría de decir «Por fin, has acabado. ¡Por fin!»
JAE: Y Javier volvió, definitivamente, a ser el que era.
O: Es muy alegre y muy social. Muy, muy social, muy de estar siempre con gente y siempre estar con amigos y siempre tratar de pasarlo bien. Y ahora todavía mucho más.
IM: Se acabó la deuda, se acabó el cáncer. A día de hoy Javier lleva las riendas de su vida. Todo el drama, todas las penas que sufrió han servido para que valore más que nunca las pequeñas cosas.
J: Realmente el pasar por esta situación me ha hecho ser superman.
IM: También a quienes le rodean.
J: Gracias a la pareja que tengo, pues tuve un apoyo incondicional, me dio mucha tranquilidad personal.
IM: Podríamos decir que es un hombre nuevo.
J: Ahora es que me como el mundo con patatas, es que no hay problemas, y si los hay, no tiene la importancia que realmente tienen. Ahora sí te puedo decir que soy feliz, vamos, absolutamente feliz.
JAE: Gracias, Javier. Gracias, Inés Martínez.
En España la Ley de Segunda Oportunidad, a la que Javier se acogió, permite enfrentarse y superar una mala situación económica provocada por endeudamientos excesivos, sin descuidar los derechos de cobro de los acreedores.
Hoy, además, Javier da charlas motivacionales en el mismo hospital en el que fue operado y comparte allí su experiencia con el cáncer.
Esta es una de las historias de Fuera del Radar. Un podcast de periodismo narrativo que se mueve más allá de la noticia. Soy José Ángel Esteban. Gracias por escuchar.
Esta historia ha sido escrita e investigada por Inés Martínez. La edición en Logroño es de Irene Martínez. Fuera del Radar es un podcast narrativo desarrollado por los periodistas de las cabeceras regionales del grupo Vocento. La edición y coordinación general es de Andrea Morán, la producción sonora de Rodrígo Ortiz de Zárate con la ayuda de Iñigo Marín Ciordia y la dirección y producción ejecutiva de José Ángel Esteban.