Aquí no se vive, solo se trabaja
«Recuerdo que, al sur del Atlas, en el oasis del Todra, entre Tinerhir y cerca de Ksar Ait Ben Hadou, un campesino me decía que quería irse a España, que quería vivir, que su vida allí solo era trabajar y no vivir»
Andrés García Lorca
Catedrático de Universidad en el Área de Análisis Geográfico y Regional
Sábado, 16 de septiembre 2023, 23:10
Hacía una ruta por Marruecos esta primavera y recorría la cordillera del Atlas cuya morfología tan abrupta y contrastada se mostraba como airada, rebelde diría ... yo, en la que se mostraban accidentes geológicos de tectónica reciente, pero donde los alminares de las mezquitas iban jalonando pequeños núcleos habitados, algunos de imposible acceso, pero en general todos poseían una vega al margen de los cursos de agua en el fondo en los valles mas placenteros, y en otros casos, se establecían en la media montaña rodeados de pequeños espacios productivos construidos sobre balates de piedra seca. Era una imagen retrospectiva de la montaña mediterránea que conocemos y en la que todavía se identifican núcleos y parcelarios que posibilitaban, junto con la ganadería de ovino y caprino, unas formas de vida de subsistencia para la población que allí se establecía. Tal vez fuese esa la imagen del poblamiento de los Filabres hace quinientos años. Casas de adobe y techos cañas se mimetizaban con el terreno y configuraban la esencia de ese hábitat rural tan caracterizado.
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Recuerdo que, al sur del Atlas, en el oasis del Todra, entre Tinerhir y cerca de Ksar Ait Ben Hadou, un campesino me decía que quería irse a España, que quería vivir, que su vida allí solo era trabajar y no vivir. La realidad es que la vida era dura, las mujeres lavando en el río ofrecían una estampa típica pero llena de un realismo insoportable. Gentes de allí ya habían estado o están en España, en Almería, tienen su origen en esta zona de Marruecos. Muchos de ellos, con sus ahorros, estaban tratando de construirse sus casas para el futuro en sus zonas de origen, cada año invertía un poquito en su construcción, ya sea parte de la estructura, techo o paramentos, pero avanzaban. Mientras en España sobrevivían en unas condiciones a los que no eran ajenos, pero que contrastaban escandalosamente con la realidad de una sociedad desarrollada y que es necesario corregir en aras de la justicia y del reconocimiento de la dignidad de las personas.
El terremoto acaecido en esta zona de Marruecos ha roto vidas y sueños ante la impasibilidad de un régimen que vampiriza a un pueblo sometido, roto por la geografía y el abandono político, que subsiste en competencia con un medio natural difícil buscando sobrevivir. Es por ello por lo que trate de reflexionar sobre esa realidad de marginalidad y pobreza de la periferia socioeconómica y trate de comprender su huida de ese mundo de miseria que los atrapa y envuelve. Quiero pensar en esa Almería de antes de la agricultura tecnológica, de los que huían de esa realidad de miseria hacia América, Cataluña, Madrid o cualquier otro país de Europa, que le ofreciera un nicho de trabajo que le permitiera generar su proyecto de vida. Historia pasada que debemos tener presente para seguir construyendo el futuro de nuestra tierra.
En la clave nacional solo se atisba el debate de la tiranía de las minorías, impulsada y apoyada por un personaje con un ansia inconmensurable de poder y que no duda en subordinar la voluntad de la mayoría del pueblo español, contraria a las desigualdades que buscan estas minorías, con el solo objetivo de satisfacer su soberbia o la voluntad de sus protectores. Se atisban tiempos difíciles de lucha política en un contexto de creciente crisis socioeconómica, mal gestionada y engañosa, cuyos efectos a medio plazo tendrán una difícil recuperación.
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