VENEZUELA: CUATRO VERDADES Y UNA CALLE
A media voz ·
Ni Trump ni Maduro ni Guaidó saben que en Granada hay una calle que se llama VenezuelaAlejandro pedregosa
Sábado, 9 de febrero 2019, 00:27
La primera verdad es objetiva y estéticamente demostrable: Maduro es un tirano en chándal. La raíz de su tiranía radica en la dudosísima legitimidad de ... la elección que lo mantiene en el cargo pero sobre todo en el control fraudulento del Tribunal Supremo desde el que cercena, a golpe de sentencias, cualquier movimiento de la oposición. Tampoco es cuestionable el hecho de que la policía de Maduro asesina –y cada día más– a ciudadanos inocentes que, por lo general, son personas muy pobres. La segunda verdad del asunto es que autoproclamarse presidente en medio de una plaza no es, ni de lejos, algo que democráticamente se pueda asumir. Guaidó se ha lanzado a la piscina porque Trump le ha dicho que hay agua. Guaidó, de momento, está aprendiendo a nadar con flotador y manguitos; ya veremos si consigue hacer un largo, porque la cosa no está ni mucho menos clara. La tercera verdad –de ésta hablan poco los telediarios– es que Maduro tiene fuerza suficiente tanto a nivel popular como militar para aguantar el embate o, en el peor de los casos, embarcarse en una guerra civil de nefastas consecuencias. El ejército chavista se parece bastante al que Franco diseñó tras la guerra. La élite del ejército es fiel al régimen porque devino élite con Chávez; es decir, sin el régimen no serían nada y por lo tanto van a defenderlo hasta el final. La cuarta verdad es que a Trump los derechos humanos de la población venezolana –y de la especie en general– le importan un pimiento. Su apoyo expreso a satrapías como Arabia Saudí o Emiratos Árabes así lo prueban. Trump abandona Siria y Afganistán y vuelve sus ojos a Latinoamérica. No es por gusto. China se le está colando por el patio trasero con millonarias inversiones en la zona y eso es algo que EEUU, en plena guerra comercial, no puede permitir. También está el petróleo venezolano, por supuesto, pero no es lo más importante. China le duele más. Así pues la situación de Venezuela se ha convertido en un delicado conflicto geoestratégico y eso no son buenas noticias para la población corriente y moliente que sólo ansía vivir en paz y con dignidad.
Ni Trump ni Maduro ni Guaidó saben que en Granada hay una calle que se llama Venezuela. Está en el Zaidín y es una calle larga (300 metros aproximadamente) que tiene extrañas concomitancias con la actual realidad del país americano. Apenas hay comercios en la calle Venezuela: una chapistería, un taller de motos… La desigualdad material es patente en las viviendas: dos o tres construcciones modernas y bien equipadas frente a una mayoría de bloques añosos y casas bajas modestísimas y muy depauperadas. La calle Venezuela se ensancha un poco al principio pero a medida que avanza se hace angosta, oscura e impredecible. Parece que va a terminar en callejón sin salida y sin embargo, al final, sorpresivamente, la calle desemboca a una anchura luminosa que se abre al río Monachil. Valga la metáfora.
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