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A veces siento vergüencilla

Puerta Purchena ·

«La falta de sensibilidad y de respeto a los fallecidos y a sus familias ha sido enorme, pero no pasa nada porque en el otro platillo de la balanza está el fútbol»

Ángel Iturbide

Almería

Lunes, 15 de junio 2020, 00:03

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Vamos a ver, no creo que lo que yo sienta sea abiertamente vergüenza, pero sí algo que se podría situar un escalón por debajo como ... puede ser la vergüencilla. Una sensación entre el sonrojo y el bochorno que cuando se intensifica me lleva directamente a desconectar. Es lo que me ocurre, por ejemplo, cuando oigo hablar a la flamante presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Empiezo escuchándola con interés para a los pocos segundos notar cómo me sube el sonrojo (a veces la indignación), y acabar pasando a otra cosa cuando el rubor se intensifica dando lugar a eso que se llama vergüenza ajena y que es, desde mi punto de vista, lo peor que puede transmitir una persona a otra. Pero esto lo que viene a demostrar es que cualquiera puede llegar a lo más alto de la política siempre que tenga unas buenas agarraderas, como cualquiera puede llegar a ser periodista y lo digo por si hay algún azote por ahí (que no zote) que lo esté pensando. Vergüenza profunda sentiría si fuese norteamericano y tuviese como presidente a Trump; o si hubiese nacido en Brasil y tuviera como mandatario a Bolsonaro o mexicano y mi primer dirigente fuese López Obrador. Y alguno estará esperando que diga que siento eso mismo con el presidente Sánchez. Pero no, vergüenza no he sentido en ningún momento de la gestión del estado de alarma; vergüencilla en algún momento sí. Como tampoco habría sentido vergüenza siendo francés, italiano o alemán porque creo que todos ellos no lo han hecho mal habida cuenta la que teníamos -y tenemos encima-. Como esa misma vergüencilla he sentido con aquellos que pasaron de criticar que se tomaran medidas de confinamiento tarde a salir a la calle con sus relucientes cacerolas pidiendo libertad. La misma que he sentido después de estar semanas escuchando a presidentes autonómicos criticar las medidas que se iban adoptando para escurrir el bulto después y no adoptar ninguna decisión cuando el mando único así se lo permitía. Yojo que soy de los que creo que no hay que tomarlas sino, al contrario, caminar despacio. Y vergüenza, y esta vez sí mucha, he sentido viendo a nuestros representantes políticos en el Congreso de los Diputados descendiendo al fango en enfrentamientos dialécticos sin ningún nivel desviando la atención de lo verdaderamente importante para buscar e intentar conseguir su rédito electoral. Porque esto no ha sido solo vergonzoso sino una enorme falta de respeto a la memoria de las miles de víctimas mortales del coronavirus y de los miles y miles que han contraído la enfermedad, al tiempo que un insulto a la inteligencia de todos los españoles.

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