Cómo tratar a las personas
El tuteo se ha extendido hasta situaciones ahora reservadas al respeto, como el trato entre médico y paciente, entre profesor y alumno
José María Becerra Hiraldo
Domingo, 17 de noviembre 2019, 02:49
Cuando yo hablo con otra persona me sirvo de dos fórmulas de tratamiento básicas, el 'tú' y el 'usted'; con el 'tú' (o 'vos' en ... América) trasmito familiaridad, con el 'usted' respeto. Se percibe en el español contemporáneo un notable desarrollo del trato de familiaridad, como signo de cercanía o igualdad. El tuteo es normal entre familiares, compañeros y colegas, e incluso se ha extendido a situaciones hasta ahora reservadas al respeto, como el trato entre médico y paciente, entre profesor y alumno. El tuteo está más extendido en España que en América. El trato de 'vos' se da en algunas zonas de América, donde llega a aparecer un triple grado: 'vos' indica familiaridad, 'tú' distancia intermedia, 'usted' respeto. Me parece muy bien que los sudamericanos residentes tiempo ha en España, como Simeone, mantengan su acento y habla rioplatense, cuando dice: «Vos me marcás a Messi; que pase la pelota, el pibito nunca».
El problema empieza cuando aparece el verbo. ¿Usted es pronombre de segunda o de tercera persona?: «Son ustedes muy amables», concierta con tercera persona verbal. Luego el tú no debería corresponderse con el usted. Otro ejemplo: «Niños, hay merienda para ustedes en la cocina»; me dirijo a los niños que están en posición de segundas personas. Esto sucede en Canarias, en parte de Andalucía y en América.
El uso de 'vos' como señal de respeto al dirigirse a una sola persona se registra desde siempre en nuestra literatura. La diferencia entre 'tú' y 'vos' fue haciéndose cada vez menor, pues 'vos' se extendió mucho en el habla popular: de 'vos' se tratan Sancho y Teresa Panza en El Quijote. El tratamiento de 'vos' no implicaba ya cortesía. Su originario valor reverencial se había debilitado al extenderse 'vos' a todas las capas sociales, y con el éxito creciente de nuevas fórmulas que lo sustituían como expresión de respeto. El procedimiento corriente del trato respetuoso es no abordar directamente al interlocutor, sino poner como intermediaria una cualidad o atributo suyo laudable. Es lo que se llama 'trato reverencial'. En el siglo XV el gusto por el ceremonial se complace forjando tratamientos sonoros como 'vuestra magnificencia', 'la vuestra prudencia', 'la vuestra nobleza' que Santillana emplea alternando con 'vos'. Una lenta selección entre estos usos fluidos hizo que se consolidaran las fórmulas con 'merced', 'señoría', 'excelencia', 'alteza', 'majestad', 'paternidad', 'reverencia', etc. y que su respectivo empleo se fijara poco a poco según dignidades y estados. Hoy mismo he oído a un farmacéutico decirle a una monja: «Madre, nos ha llegado el medicamento». De 'señoría' se tratan diputados y senadores en nuestras Cortes, los miembros del Tribunal Supremo, donde el presidente es 'Vuecencia'. De todas estas fórmulas, la más usada fue 'vuestra merced', que se extendió al tratamiento respetuoso general: rehusarla entre iguales era injurioso cuando no había mucha confianza, y era vejatorio regatear a inferiores distinguidos. Así ocurría ya hacia 1530, y los testimonios literarios posteriores son muy abundantes. El desgaste fonético producido por el mucho uso de 'vuestra merced' originó la forma 'usted'. Así fue posible que en 1739 el Diccionario académico de Autoridades definiera 'usted' como 'voz del tratamiento cortesano y familiar', consagrando su triunfo. Proceso fonético semejante al de 'vuestra merced' experimentaron 'vuestra excelencia' que terminó en 'vuecencia' y 'vuestra señoría' que lo hizo en 'usía'.
Tales vicisitudes han desembocado en soluciones distintas según el área geográfica, a saber: en España, se oponen tú a vosotros, usted a ustedes: «Vosotros lo sabéis bien»; en Canarias, Andalucía occidental y América, se oponen tú (vos) a ustedes en tercera persona: «Ustedes lo saben bien»; en una parte de Andalucía occidental se oponen tú a ustedes en segunda persona: «Ustedes lo sabéis bien».
Por último, podemos acudir a la fórmula respetuosa del indicador de la categoría social, profesión, edad, cualidades físicas, etc., poniendo el verbo en tercera persona:¿Qué manda 'mi coronel'?; cuando 'el señor' guste; traigo al 'señor ministro' un asunto urgente; ¿cómo dice 'la señora': 'el doctor' dirá lo que debe hacerse; si 'el señor Obispo' quiere.
El que no ha aprendido mucho es el doctor Jordi Évole en su entrevista con el Papa. El primer saludo: «Hola, Papa» es inapropiado. Debería haber dicho: «Muy buenas, Santidad». Me imagino que el Papa para sus adentros diría: «Valiente espécimen desmadejado, desaliñado». Después el Jordi se olvidó del cargo de Papa y del tratamiento de Santidad, y empezó el trato de 'usted'. El Papa lo tuteó, es decir, le trató de 'vos', sin que el Jordi lo captara: «Andate a ver la columnata, las duchas, la gente que no quiere dejar la calle». Cosa que el Évole no 'pillaba' cometiendo el error de usar un verbo coloquial. El Papa pensaría: «Este cholo me trae las monsergas de los zapatos coloraos. Le voy a hablar en patagónico». Jordi estaba desconcertado, se acordaba de su madre religiosa y al final sintió un poco de miedo. Pero salió del Vaticano propalando que había sido la entrevista de su vida: sincera, brillante y amena por lo de la lengua. En esta vida hay que saber de todo, incluso de lengua y del tratamiento. Que no nos pase lo que al tonto de mi pueblo que le decía al alcalde: «Oye, tú, don Juan, ¿qué hay de lo mío?»
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