El toro, esencia de la corrida
«¿Cómo explicar que habiendo tanto ganado bravo en el campo para llevar a las plazas, que a la hora de pasar el correspondiente reconocimiento veterinario no lo consigan?»
Rocío Berenguel
Almería
Martes, 22 de agosto 2023, 08:46
El toro bravo es un animal imponente que causa respeto y que despierta admiración por cuanto inspira. Por eso, cuando no hay toro se pierde ... la esencia de la tauromaquia.
Lidiar un toro es un espectáculo único y artístico en el que se crea una obra de arte que se va completando al ir concluyendo todos sus tercios. Para lograrlo es necesario que el toro esté integro, que sea encastado y que demuestre su gran poderío y temperamento para que pueda transmitir en el tendido el peligro y la dificultad que entraña.
Por esta razón de autenticidad, no debemos permitir las tropelías que se cometen en la zona oscura de 'bambalinas', a las que en la mayoría de las ocasiones está ajena la afición.
Estamos asistiendo a una práctica habitual en la que vemos cómo toreros de primera fila se anuncian con encierros que previamente escogen sus veedores en el campo, además de permitir que puedan ser manipulados y dejarlos pasar por 'la barbería'. Pero es que, por otra parte, el empresario, que quiere que en su festejo concurran las máximas figuras, se ve en la tesitura de comprar un ganado en estas condiciones para evitar que se caigan las figuras del cartel. Pero, ¿a quién hacemos responsable de todas estas sinrazones que desvirtúan la autenticidad de la fiesta?
¿Cómo explicar que habiendo tanto ganado bravo en el campo para llevar a las plazas, que a la hora de pasar el correspondiente reconocimiento veterinario no lo consigan?
Prosigo mi defensa de quienes se dedican a regentar ganaderías dedicadas a la cría de toros bravos con honradez y no es de recibo que el trabajo que hacen muchos ganaderos se pase por alto y se elija sistemáticamente los mismos hierros para todas las ferias. Es aburrido e injusto para quienes queremos ver la diversidad de toros y la dimensión artística que pueden tener los toreros. Sin duda alguna, de esta manera se limita la tauromaquia
En muchas plazas se exige un toro voluminoso, con imponente cara, y se resta importancia a la casta y bravura, que es lo que verdaderamente importa, pero lo que sí es cierto es que la afición se merece un toro encastado, bravo y de calidad cuando acomete la embestida, que genere emoción en el ruedo y, por supuesto, que no se convierta en una burla para quien pasa por la taquilla.
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