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Todos y todas

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El idioma es una representación de la realidad, no violentemos la realidad de la feminización

elena moreno scheredre

Viernes, 8 de febrero 2019, 01:08

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Las iglesias, habitadas por los deseos imposibles, invitan a la espera sin ese punto de desesperación que conlleva contar los minutos. Estábamos en un funeral, refugiados del frío y de la lluvia, contritos, pues acompañábamos a los familiares de un amigo que había hecho su último viaje, presentes pero ausentes y siguiendo la coreografía gestual de la liturgia católica, cuando por fin nos sentamos para escuchar al sacerdote. «Aquí, los apenados amigos y las apenadas amigas, feligreses y feligresas…», y prosiguió con ese lenguaje inclusivo que empieza a descalabrar el fin último de la lengua. Gobernantes y gobernantas han decidido, con buen criterio, ponerse las pilas para nombrar la realidad eternamente ignorada de la existencia femenina. A los miembros y miembras de esta informada sociedad les convendría leer más y saborear la elasticidad de una lengua capaz de no agraviar a las personas mujeres y personas hombres (escuchado en una emisora de radio).

La lengua no es sexista, pero puede serlo quien la reproduce. Una de las aportaciones de la clase política es el devocional y sospechoso respeto por el feminismo, en cuestiones tan banales como denominar a un corresponsal corresponsala, cuando lo importante son las vejaciones o la revisión de salarios. No me ofende la lengua sino la realidad. El sacerdote prosiguió con aquello de los hijos y las hijas de Dios y cuando se me agolpaban en la punta de la lengua un montón de generosos calificativos sin género me detuve a pensar. Aun existiendo históricamente la palabra sacerdotisa, jamás podría pronunciarla si el Vaticano no cambia, y si lo hace la RAE no tendrá problemas con los y las curas.

El idioma es una representación de la realidad, démosle una oportunidad, no la empujemos, ni violentemos la realidad imparable de la feminización de este mundo. Porque cuando hablamos de la fuerza policial seguimos pensando en hombres, aunque ya hay mujeres. Algún día, a nuestros jóvenes y jovenas les bastará el genérico y el escritor utilizará la juventud para nombrar a quienes hayan crecido limpios de sexismo. Las duplicaciones han hecho una extraordinaria labor. Han sido una militancia activa en la conquista feminista influyendo en las conciencias dormidas, pero espero que el tiempo las vuelva inútiles, porque cansinas son un rato largo. Y el cansancio, ya se sabe, se parece mucho a la derrota; lo importante es llegar a los objetivos. La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, perejil de todas las salsas, ha encargado a unos académicos revisar el lenguaje inclusivo de la Carta Magna, por si hay que reformar la Constitución. Al parecer es importante que figure el rey y la reina… Algo, como supondrán, esencial, sobre todo considerando la que está cayendo.

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