Creo que fue san Agustín quien aseguró que lo sucedido no puede dejar de haber sido ni siquiera por voluntad divina del mismo Dios, debido ... a la irreversibilidad del tiempo, que es una ley natural, universal, divina. Así, por ejemplo, Cristóbal Colón nunca puede ser ignorado como descubridor de América, por muchas estatuas que ahora se le derriben. E igualmente nunca podrán ser desposeídos Hitler, Mussolini o Stalin de sus títulos de fundadores del nazismo, fascismo y comunismo respectivamente. O Franco ser desposeído de su calidad de capitán general del Ejército español y jefe del Estado en un determinado periodo histórico. Ni Azaña ser privado de su título de presidente de la II República..., todo ello por más que aquí y ahora unos u otros se empeñen en borrarlos de sus escalafones, de sus plazas callejeras, e, incluso, de algunos libros de Historia.
Tales hechos son irreversibles y tan ligados a un tiempo que no volverá, aunque se promuevan campañas para lanzarlos al arroyo del olvido o borrarlos de la memoria colectiva, desprestigiarlos, anularlos o empequeñecerlos, calumniarlos incluso, con más o menos razones, o con más o menos argumentos que nunca faltarán. Pero la concesión de tales títulos en un tiempo determinado histórico son hechos irreversibles por su propia naturaleza otorgada y así nunca podrán ser anulados por las mismas exigencias atadas al tiempo pasado, ese que no volverá.
Lo mismo, de esta manera, el que tiene el título de médico, abogado o ingeniero, etc., podrá se expedientado, expulsado de su colegio profesional y hasta de la misma Universidad, escalafón, cargo, oficio o nómina, y hasta ser condenado penalmente. Y no por eso dejará de se médico, abogado. ingeniero u otra titulación, ¡ad eternum¡, aunque estén sancionados o rehusados por sus colegas e, incluso, por toda la sociedad. Lo que quiere decirse es que lo mismo cuando se trata de cargos que de títulos más o menos académicos, los mismos no son transmisibles ni por herencia ni por donación, venta o cualquier otra manera.
Viene esto a cuento porque leo en la prensa que el actual Gobierno se propone anular los títulos nobiliarios otorgados desde el franquismo hasta el año l982, fecha que consideran ya instalada la plena democracia en nuestra nación, aunque ya estaba constituida en Reino con rey inclusive desde 1975. Cuando España se constituyó en Reino, solo los reinos –por sus reyes–, pueden otorgar títulos de esta clase.
Tal disposición, ya de entrada, parece buscar ideas políticas absurdas a la contra, porque se supone que tales títulos nobiliarios fueron otorgados en su día por razones espúreas contrarias a la política y legalidad vigentes, y no por méritos objetivos en su momento, que nada tienen que ver con las teorías que ahora corren. Pero además es una de las decisiones del poder más absurdas por inútiles e inoperantes, ya que el titular de uno de esos títulos con escudo de amas incluido, sin otras prebendas económicas o políticas asociadas –como sucedía en la Edad Media–, nunca podrá ser desposeídos de ellos por muchas leyes y mandatos que se promuevan en su contra. Y ello en razón a que tales títulos salen incorporados a la personalidad de su titular cuando nacen sin posibilidad de separar título y poseedor del mismo. Son una unidad corpórea indisoluble que además se transmite por herencia tácitamente. Ya que van incorporados al ADN, de alguna manera.
Hay que distinguir entre cargos y títulos. Mientras los cargos son de dar y quitar, como un ministro, un alcalde, la presidencia de un consejo de administración o similar, incluida la misma presidencia del Gobierno, los títulos, por el contrario se dan para no quitar. Es la diferencia que hay entre un rey y un presidente de la República, aunque los oficios de ambos parezcan similares.
El rey lo es para siempre aunque sea destronado, como lo fue Alfonso XIII o los napoleones, el Grande y el Chico, mientras el presidente de la República y del Gobierno Azaña, solo lo fue durante su mandato, y en cuanto dimitió se acabó la titulación 'ad futurum', porque aquí se trata de un cargo. No transmisible por herencia como es el caso de los nobiliarios.
Los duques de Alba y similares lo serán de por vida y por toda su generaciones, sean cualesquiera las vicisitudes históricas por las que discurran sus vidas, porque ese título está indisolublemente unido a su genealogía y apellido, a su ADN 'sui generis', al margen del discurrir político e histórico de sus gentes. Y lo mismo todos los títulos otorgados desde el momento de su nacimiento. Es por vida para sí y sus sucesores. Es propiedad de todos los de esa genealogía, a la cual la sociedad siempre, la actual y la venidera, los considerará como portadores del mismo, porque eso va enraizado en su propia sangre.
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