Subidón, subidón. Cerca de un 30%, nada menos. Y dicen que aún se han quedado cortos. Al precio de la Alhambra me refiero, que pasa ... a costar… ¡18 euracos! ¿Cómo? ¿De verdad? 18 euros de vellón por visitar el recinto nazarí? ¡Pero eso como va a ser! Ande, ande y vaya usted con Dios.
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Echemos cuentas. En ver la Alhambra y el Generalife medio en condiciones hay que echar un mínimo de seis horas. ¡Qué menos! Y poco es. Porque en general, quienes visitan uno de los monumentos más importantes del mundo echan el día entero. Pero bueno, por hacerlo fácil, 18 euros por seis horas nos sale a 3 euros por hora. ¿No es como para flipar?
Que la entrada a la Alhambra costara 14 euros hasta ahora es una de esas ridiculeces, una mentecatez que le da todo el sentido a conceptos 'la tierra del chavico' o 'en Granada, con tres cervezas has comido'. De aquellos polvos, estos lodos.
Ha habido una sorprendente unanimidad alabando la medida anunciada por la Junta de Andalucía. Que tenía que haberse tomado antes, incluso. Lo señalan los representantes de la hostelería. Que es poca subida, incluso. Gregorio García, el presidente de la Federación, se mostró «confiado en que la medida no repercutirá negativamente en la afluencia turística a Granada, más bien al contrario, que la Alhambra tiene mucha demanda».
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Estoy total y absolutamente de acuerdo con Gregorio. Sin embargo, no le encuentro lógica a este entusiasmo, enfrentado a la negativa furibunda a la aplicación de la tasa turística defendida por el alcalde Cuenca. ¿En qué quedamos? ¿Cómo se compatibiliza sacar pompones, trompetillas y matasuegras para celebrar una subida del 30% en la entrada del monumento más demandado de la provincia, el imán que trae a miles de viajeros diarios, con la negativa a la aplicación de una tasa de un euro por persona y noche en nuestros hoteles? A ver si nos tomamos una birra uno de estos días y me lo explica porque de verdad de la buena que, por vueltas que le doy al tema, no termino de entenderlo.
Ayer estuve paseando por el Albaicín, mirando a la Alhambra. Verla por fuera es un lujo. Visitarla por dentro, un privilegio. Bienvenida sea esa subida de precio de su entrada y ojalá repercuta en mayor actividad cultural para la ciudad en su conjunto.
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