Los signos de exclamación y de interrogación

Son signos dobles que deben colocarse de forma obligatoria al comienzo y al final del enunciado correspondiente

Antonio Ubago

Viernes, 29 de abril 2022, 23:10

Es nuestro tiempo época del énfasis, de la intensidad, de la ampulosidad, por lo que el signo de puntuación que mejor lo refleja podría ser ... el de exclamación. La proclividad por el superlativo, el exceso y el desbordamiento se puede medir, se piensa, por la frecuencia abrumadora de uno, dos o tres signos de admiración ¡en cada frase!, y en especial como cierre. El abuso de los '!!!', que se acumulan al principio y al final de las oraciones en mensajes, comentarios de redes sociales, discursos políticos y campañas de publicidad es la temperatura de un siglo exaltado.

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Los signos de exclamación y de interrogación marcan gráficamente el comienzo y el final de la entonación propia de cada una. El español, único idioma, posee signos dobles: de apertura y de cierre, que se escriben obligatoriamente tanto al comienzo como al final de la oración. Estos signos sirven para representar en la escritura, respectivamente, la entonación interrogativa o exclamativa de un enunciado. Son signos dobles que deben colocarse de forma obligatoria al comienzo y al final del enunciado correspondiente; no obstante, existen frecuentes casos ya en los que solo se usan, como elección personal y de forma progresiva, los signos de cierre. Para algunos es una buena noticia, no para quien piensa, como yo, que asumir normas comunes de uso favorece el enriquecimiento expresivo grupal. Anteriormente, y esto no suele conocerse, los signos de interrogación y exclamación eran simples (hasta antes de 1754).

En la segunda edición de la Ortografía de la Real Academia Española de 1754 se justifica la existencia del signo de apertura (en principio de la interrogación, pero tiempo después también se aplicó a la exclamación): «Hay periodos o cláusulas largas en que no basta la nota que se pone al fin y es necesario desde el principio indicar el sentido y tono interrogante con que debe leerse, por lo que la Academia acuerda que, en estos casos, se use la misma nota interrogante poniéndola sobre la primera voz de la cláusula o periodo con lo que se evitará la confusión y aclarará el sentido y tono que corresponde».

A esta condición didáctica del signo de apertura se agrega una cuestión de orgullo diferenciador. Para muchos hispanohablantes el signo de apertura es una peculiaridad curiosa de nuestra lengua, una característica que la distingue de las demás. Pero las lenguas no crean reglas para distinguirse. Su objetivo es ser eficientes.

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En la puntuación, la duda nació antes que la exclamación. El signo de admiración surgió en la Edad Media, después de la incursión del signo de interrogación. En 'El Quijote', por ejemplo, hay 960 signos de interrogación y solo 690 signos de admiración. Los copistas latinos usaron la exclamación 'io' al final de sus frases para denotar alegría. Con el tiempo, esa expresión se convirtió en el signo '!', «una i vuelta al revés», según aclara una de las ediciones del 'Diccionario de autoridades'.

La práctica del signo invertido de exclamación se empezó a usar desde 1884, cuando se decidió seguir los pasos del signo de interrogación y no dejar lugar a ambigüedades, sin importar que la frase fuera larga o corta. Durante mucho tiempo, sin embargo, no ha sido una práctica aceptada del todo.

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Si el signo de exclamación es el reflejo de nuestra era y la nuestra es una época de desbordamiento, la práctica cada vez más frecuente de obviar su signo de apertura lejos de ser un error censurado es el anuncio de un futuro posible: el español irá quitando, con el desagrado de bastantes, los resabios de una práctica ritual anacrónica.

Mi praxis ortográfica, sin embargo, en estos y similares asuntos, seguirá fiel a las directrices normativas académicas por creer que estas ortodoxas prácticas generalizadas facilitan un lenguaje común expresivo y coherente que impide los creacionismos personales, artificiales e interesados como los del dichoso lenguaje inclusivo que nos inunda, pongamos por caso, y que pudieran producir situaciones lingüísticas arriesgadas, siendo más bien de chanza su estructura, por ofrecer sus interesados 'adalides' paja y no grano para nuestra expresión comunitaria que evite el enfrentamiento real con la realidad.

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Otro uso aún más arriesgado, situar una frase entre signos de exclamación e interrogación a la vez, que tan extraño se ofrece, también se da por correcto tal como indica la 'Ortografía de la lengua española', cuando el sentido de una oración es interrogativo y exclamativo a la vez. Pueden combinarse ambos signos, pues, abriendo con el de exclamación y cerrando con el de interrogación, o viceversa: «¡Cómo te has atrevido a hacer eso?» / «¿Cómo te has atrevido a hacer eso!». Otra posibilidad es abrir y cerrar con los dos signos a la vez: ¿¡Qué estás diciendo!? / «¡¿Qué estás diciendo?!». Nunca he usado tal 'galimatías' pero ahí está la oferta de su posibilidad común.

Si el signo de exclamación es el reflejo de nuestra era y la nuestra es una época de desbordamiento, la práctica cada vez más frecuente de obviar el signo de apertura lejos de ser un error, según el sentir de muchos, es el anuncio de un futuro posible: el español irá quitando los resabios de una práctica ritual anacrónica para tantos. Para mí, que no echen arroz.

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