Lo bueno de García-Gallardo es que refleja de manera muy precisa esa estafa política y amenaza democrática que se encierra detrás de Vox: ocupa ... un cargo vacío de responsabilidades, pero lleno de poder; y desde allí se dedica a darnos sermones de moral y de sexo como si estuviera en un congreso de numerarios del Opus o de Cristo rey. El problema de su opinión sobre la principal función del sexo entre humanos no es su olor a rancio concilio, sino su errado diagnóstico de la cuestión: que en España la natalidad sea un problema preocupante y de difícil solución no es por culpa de que la gente haya olvidado de que debe copular para reproducirse, sino de otros factores diversos que provocan las serias dudas y las pocas ganas de traer nuevos bebés a esta tierra.
Todo esto se complementa con la polémica agotadora y recurrente desde que existen estos capillitas voxistas de agua bendita y de baja cama cada vez que llega el día de orgullo gay, que ya por cierto no es un día sino que se extiende casi tanto como la Navidad: un mes de celebraciones y proclamas excitadas por la ideología del victimismo. La cuestión es que se ha hecho del asunto de la bandera gay el nuevo «no lo llames matrimonio» a la unión de dos hombres o de dos mujeres. Al final, esto encierra, en el mejor de los casos, la intención de volver a ponernos a todos bajo el palio del catecismo; luego, en el peor, un odio a los homosexuales que algunos intentan disimular porque no les harían ascos a sus votos. Y es que, efectivamente, existen gays que votan a Vox; y, desde luego, están en su derecho. ¿No existen trabajadores que siguen votando a esta izquierda que nos está empobreciendo a todos sin remedio aparente? Unos votan a los que les quieren volver a meter en el armario y otros a los que les vacían los bolsillos.
Lo realmente sorprendente es este seguidismo inexplicable del PP y su empeño en caer en la trampa del no a la bandera gay, cuando gracias a la derecha pro húngara se había estado olvidando esa desvergüenza promovida por Rajoy de llevar la ley del matrimonio homosexual al Constitucional. Creo firmemente que a Vox le gustaría implantar en España esas 'zonas libres de ideología LGTBI' de Polonia, porque la primera parada para volver a meternos a todos en el armario es la excusa de combatir los chiringuitos sectarios creados por la izquierda para adoctrinar a 'nuestros hijos'. No dudo que hay gente que apoya a Vox y apoya esta idea aunque no sean homófobos, porque las intenciones ocultas tras medias verdades son las más atractivas para las mentes cabreadas.
Nadie puede negar que la izquierda niñata y del rencor ha hecho del feminismo queer y del activismo gay un negocio totalitario donde se persigue a todo aquel que no comulgue con sus fundamentos doctrinarios y desquiciantes. De ahí que exista una generación cada vez más creciente de jóvenes que hacen de su identidad sexual una especie de profesión, aunque la mayoría de ellos no vivan gracias a ello. Pero frente a esta perversión del digno significado de la lucha por los derechos de los homosexuales, existe una reacción conservadora que empieza por creer que los gays y lesbianas somos una especie de lobby en busca de privilegios a costa de sus derechos.
Llegados a este punto hay que saber diferenciar lo siguiente: es posible que, en la actualidad, en España incluso, ser homosexual pueda conllevar situaciones de discriminación, rechazo e incluso violencia. Pero ninguna persona está condenada desde que nace por ser homosexual. Esta es la verdadera conquista que debemos defender para honrar a tantos hombres y mujeres que sí estuvieron condenados en el pasado –y no solamente durante el franquismo– y que siguen condenados en el presente por el hecho de nacer en países y culturas anti democráticas y anti liberales.
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