La realidad supera la ficción. Oigo esta frase con frecuencia y resulta muy verdad la puñetera. La traigo porque ayer me la soltó Recesvinto, ese ... colega mío del que he hablado aquí en alguna ocasión, un tipo sin remedio como verán enseguida.
Voy al caso. Como es su costumbre se presentó en casa sin avisar. Esta vez junto a su habitual gesto adusto traía en la mano un recorte del periódico (porque él –justo es decirlo- es de los que todavía compran prensa escrita, en papel; seguro que recuerdan ese diabólico material).
En el recorte de periódico que Recesvinto me mostraba, se veía la foto de Yolanda Díaz sonriendo beatíficamente al Papa en su reciente cita vaticana. Su Santidad no reía tanto, al menos no de oreja a oreja, como ella, que se la notaba henchida de gozo. Francisco más bien tiene puesto el automático, es decir, está en modo audiencia-pestiño, luciendo esa mueca que tatúan al cardenal electo antes de sacarlo de la Capilla Sixtina tras la 'fumata blanca'.
Dice Recesvinto que la ministra ha visitado al Papa porque el Santo Padre no pega ojo debido a la reforma laboral española, y de ahí que la gallega saliera pitando hacia Roma para ilustrar del tema al sucesor de Pedro (de San Pedro, quiero decir, no de Pedro Sánchez, como algunos quisieran).
El encuentro –añadió Recesvinto- entre estos dos colosos de la historia universal, ha sido considerado por doña Yolanda como 'muy emocionante' (menos mal que no lo ha calificado de fascinante o 'fashion', como es propio de la vicepresidenta segundona, quien para el evento rescató -muy oportuna- su carita cándida de Primera Comunión).
Y como si el Papa fuera su director espiritual, Díaz, en plan devota feligresa, ha regalado al Pontífice una estola de plexiglás, de hule (reciclado, claro). Y además ha tenido la finura de obsequiar a Bergoglio con un ejemplar de 'Follas Novas', de Rosalía de Castro. Y así, en actitud catecúmena y de detalle en detalle, ha discurrido la cumbre entre ambos, donde el Vicario de Cristo ha conocido la legislación con que la ministra va a enjaretar, de un plumazo y 'saecula saeculorum', la crisis actual y las venideras.
Insistió mi colega en que ambos hablaron largo y tendido, de lo divino y lo humano (durante 40 'eternos' minutos, a juzgar por la cara del Papa). También departieron sobre cómo finiquitar el empleo precario, sobre la capa de ozono, sobre los responsables de la pérdida de Filipinas y sobre los culpables de la muerte de Manolete en Linares. Su Santidad, sin embargo, haciendo gala de proverbial discreción, omitió en la reunión cualquier referencia a la ausencia de la ministra en la manifestación del 8-M pre-pandemia. Pelillos a la mar. (Me da que estos últimos asertos son postizos personales de Recesvinto, vamos, de su cosecha).
En fin –concluyó Recesvinto-, se ha obrado el milagro. Yolanda ya tiene su foto con el Papa. Y así, mucho más apostólica y pudibunda, es seguro que ascenderá en el escalafón.
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