De la operación Kitchen al precocinado Servini
Muchos, eso sí, condicionan o justifican el apoyo al PSOE como manera de apartar a Podemos de la 'cogobernanza'
Marcial Vázquez
Viernes, 11 de septiembre 2020, 00:12
Hace unas semanas apuntaba a la política exterior como uno de los pilares básicos para la consolidación de un país como un estado sólido y ... de futuro. El problema llega cuando no solamente no se pacta un mínimo común exterior entre los principales partidos de gobierno, sino que directamente el partido que gobierna no tiene ni idea de relaciones internacionales, como es el caso del sanchismo de Estado, que fuera de España solo interactúa con la narcodictadura de Venezuela: ellos nos envían a Delcy con sus maletas y nosotros mandamos a Zapatero para blanquear la violencia y la corrupción de Maduro. Podríamos decir, en definitiva, que en apenas 20 años hemos pasado de poner los pies encima de la mesa en el rancho de Bush, a que una jueza corrompida y peronista quiera poner los pies encima de nuestro mayor tesoro político, que es la transición. Poca decadencia más hiriente que ver a un ex ministro de la UCD declarando ante la justicia argentina por un supuesto genocidio que se cometió desde 1936 hasta el día que vaya decidiendo el exjuez prevaricador Garzón, cuya sombra alargada maneja todo este insulto a la integridad y la soberanía española a merced de una subcontrata judicial argentina.
La cuestión es que los 4 ex presidentes del gobierno –incluido Zapatero, el que empezó la voladura controlada de la misma Transición– han tenido que escribir una especie de carta en defensa de Martín Villa, en particular, y de la época de entonces en general, frente a las coces del vicepresidente del gobierno que calificaba de «vergüenza» dicha carta con la colaboración del palmero-mamporrero habitual de Echenique y el coro de vareadores podemitas que la única transición que aceptarán como legítima será la que les lleve a ocupar el trono de Felipe VI y a destruir la España constitucional que aun hoy conocemos. Muchos, eso sí, condicionan o justifican el apoyo al PSOE como manera de apartar a Podemos de la 'cogobernanza', esa palabreja que ahora se ha inventado Peluquín y que solo es un vacío demagógico sin significado alguno, como la mayoría de basura argumental que le suministra al Presidente para sus homilías. Pero seamos sinceros, el problema no es, ni ha sido, ni será el puñado de agitadores podemitas que chapotean en el cargo público; el problema real es quien los ha puesto ahí, los mantiene y solo espera heredar los votos que les queda porque ha convertido al antaño socialismo democrático responsable en un partido populista reaccionario de cuello blanco, dejando a la partida de Pablo la furia y el juego sucio de avanzadilla.
Este presidente del gobierno, en la última semana, ha filtrado un supuesto whatssap de Casado donde asegura que el PP habría aceptado el «reparto de jueces» al 99%, algo que el líder del PP ha negado de manera inútil, porque la insidia ya ha sido repartida concienzudamente por los medios propagandistas del gobierno, que son casi todos. Ha despreciado en sede parlamentaria a Inés Arrimadas, la cual sigue empeñada en destrozar lo que queda de Ciudadanos por su obsesión con la «política útil». Y, por si fuera poco, ha lamentado en el Senado el suicidio de un etarra, lamentándolo «profundamente», en un gesto de humillación infame por si tuviese que necesitar los votos de Herri Batasuna.
Somos el país, ya certificado, con mayor caída del PIB de Europa, con mayor paro, mayor número de contagios, de muertos por habitante y con un 30% de jóvenes sin apenas el bachillerato. Ante este siniestro panorama, ¿a qué se dedica el gobierno? a intentar meter en la cárcel a Rajoy por el espionaje a Bárcenas con fondos reservados y a calificar la Transición como colofón de un genocidio antes de la nueva ley de 'memoria democrática' que nos está cocinando la emérita de Cabra.
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