Quién hubiera dicho que íbamos a esperar desesperadamente la llegada de un huracán, pero 'Danielle' entra en Granada cargado de borrascas y todos miramos al ... cielo mientras mascullamos el célebre «Que llueva, que llueva, la virgen de la cueva» a modo de rogativa.
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Días duros y complicados, estos. El sábado, Antonio Sanz, consejero de la Presidencia, Diálogo Social y Simplificación Administrativa; destacaba una evolución favorable del incendio de los Guájares. El lunes por la noche se pasaba al nivel 1 de alerta. Que sí, que el viento, las condiciones y lo complicado de la orografía, pero que van más de 5.000 hectáreas calcinadas y los medios utilizados en la lucha contra el fuego han sido manifiestamente insuficientes.
¡El protocolo, el protocolo! El protocolo ha sido el argumento esgrimido por los defensores de la actuación de las autoridades encargadas de dirigir las labores de extinción del incendio. Un protocolo que es interpretable. Por ejemplo, cuando habla del paso al nivel 1 por la posible evolución del incendio y su amenaza a personas y bienes no forestales. O el nivel 2, cuando para la extinción sea necesario, a solicitud de la Dirección del Plan Infoca, que sean incorporados medios extraordinarios estatales.
Ya habrá tiempo de que los responsables expliquen por qué tomaron y dejaron de tomar determinadas decisiones. Será cuando se haya extinguido el incendio y el paisaje después de la batalla muestre la auténtica magnitud de la tragedia, por tirar de tópicos ígneos.
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Mientras, en IDEAL hemos podido leer testimonios de vecinos: «Abandonamos el cortijo con lo puesto y los perros. Lo primero era salvar la vida». Lo decía Gloria, de Pinos del Valle, recordando cuando el cortijo en que viven se vio rodeado por las llamas. O Arturo, que ha perdido maquinaria agrícola por culpa del fuego, que entró en su finca. ¿Se podrán catalogar esos testimonios como «amenaza a personas y bienes no forestales»?
Sin olvidar que, tal y como está redactado, el protocolo revela un «desprecio absoluto por el bosque —propiedad colectiva de esta generación y las siguientes— y expresa una visión repugnantemente mercantilista», como bien apunta el periodista y escritor Javier Valenzuela.
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Ha querido la casualidad que, mientras arden los bosques de Albuñuelas, Guájares y El Valle de Lecrín, el consejero de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Economía Azul de la Junta de Andalucía, Ramón Fernández-Pacheco, anunciara para esta legislatura «el impulso de una nueva ley forestal y la aprobación de la adecuación del Plan Forestal 2030, herramientas destinadas a potenciar el desarrollo en el medio rural y reforzar la prevención de los incendios forestales», según informaba IDEAL el lunes.
Sería interesante conocer los pormenores de la nueva normativa en materia de prevención y lucha contra incendios forestales y el refuerzo en las actuaciones de gestión selvícola avanzados por el consejero. Más que nada, por ver si dan pábulo o desmontan las teorías más o menos conspiranoicas que se están escuchando y leyendo estos días sobre una hipotética intencionalidad en el incendio.
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