Las cosas, por su nombre
Huesos de aceituna ·
Hay que ver lo que cuesta ponerle apellido a las cosas cuando es este, precisamente, lo que las distingueJosé Luis González
Viernes, 19 de noviembre 2021, 23:36
Ha ocurrido aquí al lado, en Navas de San Juan. Su alcalde, el socialista Joaquín Requena, sufrió un grave ataque en la madrugada del pasado ... domingo con el incendio provocado de un contenedor en la puerta de su casa, y que, tal y como parece que pretendían los atacantes, se extendió por la fachada de la vivienda y afectó a unos coches que estaban estacionados en la acera. El regidor, por fortuna, se encontraba esa noche solo en su hogar familiar –su mujer y su hijo de 20 años no estaban– y pudo refugiarse en la terraza para escapar del humo que se extendió por toda la casa. Esos son los hechos que, cuando escribo esta pieza, han llevado a la detención de cinco personas por la Guardia Civil, y que, tras declarar, han sido puestas en libertad, debiendo atender a diversas medidas cautelares.
No es el primer ataque que sufre Requena. En septiembre pasado fue su coche el que sufrió la embestida de unos descerebrados, que lo 'adornaron' con pintadas ofensivas. Así que parece evidente que hay un grupo más o menos numeroso de personas en Navas de San Juan dispuesto a atentar contra su alcalde del modo más fascineroso. El propio agredido ha manifestado su convencimiento de que, detrás de todos estos hechos, «hay grupos radicales de extrema derecha guiados por motivos políticos». Algo, por otra parte, fácil de inferir dados los detalles que se conocen.
Y, en mi opinión, hay que ser claros al respecto y dejarse de circunloquios para edulcorar la evidencia: la extrema derecha ha atentado contra un alcalde socialista; sí, socialista; sí, progresista; sí, de izquierdas. Porque hay que ver lo que cuesta ponerle apellido a las cosas cuando es este, precisamente, lo que las distingue. Aun a sabiendas de la buena voluntad de la gran mayoría de periodistas y políticos, su 'buenismo' a la hora de informar u opinar evitando en lo posible la formación a la que pertenece Joaquín Requena, no deja de ser una posición engañosa y, con cierto patetismo intrínseco, premeditada. Sí, soy consciente de que son igualmente condenables estos hechos tanto si afectan a un gobernante de la izquierda como a uno de la derecha; pero es que se da la incuestionable circunstancia de que los ha sufrido uno de los primeros. Miguel Gila describió, de la genial manera que solía, esta inclinación española a decir las cosas sin decirlas en su totalidad, con indirectas: «alguien ha matado a alguien; no me gusta señalar; alguien es un asesino…».
Tampoco hay que ocultar que esta es una de las múltiples consecuencias de la deriva ultra en la que se ha embarcado, no solo la extrema derecha, también la derecha democrática española. Al modo 'trumpista' norteamericano, brasileño, polaco o húngaro. ¿O es que piensan que son inocuos los insultos y los desafueros a los que nos tienen acostumbrados los últimos años sus representantes políticos? Hace poco, un parlamentario ultraderechista de trasnochado aspecto llamó 'bruja' a una parlamentaria, también socialista. Un término nada inocente que fue repetido de otro modo hace unos días por Pablo Casado, que tildó de 'aquelarre de radicales' la reunión pública de un grupo de mujeres de izquierdas en Valencia, ligadas al entorno de Unidas Podemos y sus confluencias, entre las que estaba la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz. Ustedes conocen ya perfectamente cuales fueron las líneas básicas de esa iniciativa ligada al feminismo político y a la decencia democrática, y si no es así, es fácil procurarse la información necesaria. Lo que no es sencillo discernir, salvo en la preclara inteligencia de Casado –capaz de aprobar 12 asignaturas de la Licenciatura de Derecho en tan solo 4 meses-, es qué tiene que ver con esto: «Junta o reunión nocturna de brujos y brujas, con la supuesta intervención del demonio ordinariamente en figura de macho cabrío para sus prácticas mágicas o supersticiosas», definición que ofrece la RAE al término 'aquelarre'.
Así que, un grupo de mujeres de izquierdas es un 'aquelarre' y una mujer de izquierdas es una 'bruja'. Ahí tienen dos ejemplos del caldo de cultivo que da lugar a hechos delictivos como los que ha sufrido el alcalde navero. Un delito de odio parecido a los que sufren a diario, de forma alarmantemente creciente, diversos colectivos en España. Está claro que, mientras los demócratas no llamemos a las cosas por su nombre, otros las nombrarán por nosotros.
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