Necesitamos la rutina

Donde Agitan las Palabras ·

Alfredo Ybarra

Martes, 18 de octubre 2022, 23:59

La rutina está desacreditada, y no sin razón, si la situamos como una esclavitud, una renuncia a pensar, un engarce de mediocridad, como alimento de ... la pusilanimidad, como una coartada para no afrontar retos. A algo tedioso y aburrido se le suele catalogar de «rutinario». Sin embargo, si contemplamos la rutina desde otra perspectiva, si la basamos en hábitos y conductas que nos armonizan física y mentalmente, es esencialmente poderosa. Desde luego que una vida auténtica exige imprevisión y sobresalto, romper esquemas, saltar al vacío, desconcertarse, sorprenderse.

Publicidad

Pero la rutina no es ni buena ni mala en sí misma. Todo depende de cómo la manejamos. La inmensa mayoría de lo que hacemos son repeticiones rutinarias de actos mecánicos. La rutina es la liturgia de la costumbre y de los hábitos. Respiramos sin saberlo, digerimos sin saberlo, el corazón late sin contar con nosotros. Y ¿no es buena una rutina del sueño, del horario de comidas, de estudio, del baño de los niños?, ¿no nos relaja ese paseo diario, ese rato de lectura antes de ir a la cama, esa pausa para escuchar música? Nuestra vida cotidiana necesita de rutinas y está llena de ellas.

El secreto del éxito de un deportista de élite, de un bailarín, de un músico, de una soprano,…, la clave de tantos logros y superaciones humanas, depende de rutinas basadas en unas buenas costumbres y disciplinas. La señora Fletcher, la querida Angela Lansbury que acaba de dejarnos, y que tantas tardes de gozo nos dio, explicó que detrás de la rutina se escondían «las mejores historias de suspense que conozco».

Dicen que la rutina mata. La rutina es hermosa cuando es feliz. Lo que mata es no adaptarse a los cambios, no ser creativos, no levantar la mirada de los pies. 'Paterson', película dirigida por Jim Jarmusch en 2016 es un auténtico canto a la rutina. Nos presenta a un conductor de autobuses, Paterson, que puede ser el paradigma de la monotonía. Jarmusch muestra que en la rutina es posible descubrir lo nuevo, encontrarse con una epifanía. El conductor vive con su mujer en una ciudad que también se llama Paterson. Igualmente Paterson es el título de uno de los libros del poeta William Carlos William, que fue médico en la misma ciudad del protagonista y del que este es un cotidiano lector. Paterson escribe versos por la noche, religiosamente a la misma hora, que recita a su expectante esposa. Siempre igual de lunes a domingo. Así mismo Paterson pasea a su perro todas las noches, y para en el bar donde toma una cerveza con los amigos parroquianos. Para Paterson la plena felicidad es lo que hace siempre: conducir su autobús, leer a William Carlos William, escribirle y leerle poesía a su mujer. Todos los días, todas las noches, que pasan tan dichosamente idénticos.

Publicidad

¿Por qué mientras nos duchamos o paseamos generamos ocurrencias? Realizando actividades rutinarias podemos reflexionar y desarrollar ideas. La rutina nos sirve si nos enseña a descubrir en sus actos el luminoso enigma de la vida. Necesitamos las rutinas, las cosas cotidianas y conocidas para dar profundidad y sentido a nuestra vida. Sin olvidar la ecuación equilibrada con lo creativo y sorprendente.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad