Cada 28 de abril, conmemoramos el Día Mundial de la Seguridad y de la Salud en el Trabajo, una fecha establecida por la Organización Internacional ... del Trabajo (OIT) para promover la prevención de accidentes y enfermedades profesionales. Desde 2003 esta efeméride busca levantar la voz para honrar a las víctimas de accidentes y enfermedades relacionadas con el trabajo e impulsar políticas que propicien entornos laborales más sostenibles y seguros y que efectivamente garanticen la seguridad y la salud de las personas trabajadoras.
Según la OIT, cada año mueren en el mundo alrededor de 2,78 millones de personas por causas laborales, y millones más sufren lesiones o enfermedades causadas por el trabajo.
En nuestro país durante 2024, hasta un total de 796 personas perdieron la vida durante su jornada o en el traslado a su puesto de trabajo, un 10,4% más que en el año anterior. Por sectores los más peligrosos resultaron ser el de Transportes y Almacenaje –138 trabajadores–, la Construcción –135– o la Industria Manufacturera –94–. Especialmente alarmante es la situación en el sector de la industria extractiva y la minería, pues, si bien presenta un menor número absoluto de fallecimientos, posee la mayor tasa de mortalidad en relación con su número de empleados. En 2024, la incidencia fue de 27,7 muertes por cada 100.000 trabajadores, superando ampliamente a otros sectores. En general, durante el año pasado se produjeron en nuestro país 628.300 accidentes con baja, un 0,5% más que en el periodo anterior.
En Andalucía se registraron durante el pasado año 104.914 accidentes de trabajo con baja, un 16,7% del total del estado, de los que 1.106 fueron de carácter grave, el 23,06% del total, causando a su vez la muerte de 128 trabajadores, 14 de las cuales en la provincia de Granada.
Ante la dura realidad que nos dibujan los datos, hemos de empeñarnos en una mayor y mejor defensa de la dignidad de la persona del trabajador, que se concreta en condiciones laborales que garanticen su vida y su integridad, pues un ambiente laboral inseguro o que ponga en riesgo la vida, es una violación de la dignidad humana.
La inestabilidad en él empleo, los bajos salarios, la presión por la productividad, la irregularidad administrativa en que muchos trabajadores se ven forzados a trabajar en sectores como el de la construcción, la agricultura o el doméstico… En definitiva, la precarización laboral y la falta o el incumplimiento de medidas adecuadas de prevención de riesgos suponen una inmoralidad contra la dignidad humana y han de suponer una llamada urgente a la responsabilidad, empresarial y gubernamental, de asociaciones empresariales y organizaciones sindicales, que concrete compromisos y objetivos reales que verdaderamente contribuyan a poner en el centro de cualquier actividad económica a la persona del trabajador, su salud y su seguridad, porque cualquier persona, cualquier trabajador «vale más que todo el oro del mundo».
Desde la HOAC –Hermandad Obrera de Acción Católica–, inmersos en el desarrollo de nuestra campaña 'Cuidar el Trabajo, Cuidar la Vida', y como Iglesia en el mundo del trabajo, hacemos nuestras las palabras del departamento de Pastoral Obrera de la CEE y afirmamos que las muertes en el trabajo «se convierten en un clamor que sube hasta el Cielo». «La sociedad no puede cerrar los ojos ante la pérdida de vidas en el trabajo» pues «son la punta del iceberg de una organización del trabajo que deteriora la salud día a día» y «hacemos un llamamiento para promover la defensa de la vida en el trabajo: denunciando la pérdida de salud y de vidas, creando conciencia en la sociedad y en nuestras comunidades eclesiales, acompañando a las víctimas en el dolor y apoyando sus justas reivindicaciones».
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