El metro y su 'polvaera'

Puerta Real ·

La polémica está dando los primeros vagidos y no parará de dar la tabarra durante el año que viene y muchos meses más

Esteban de las heras Balbás

Domingo, 16 de octubre 2022, 00:18

El tren a Motril es como uno de esos bucles temporales que se cierran sobre sí mismos aproximadamente cada tres meses. Fiel a su cita, ... esta semana volvió a aparecer vestido con el ropaje de un nuevo aldabonazo que la Autoridad Portuaria y la Universidad dan a las puertas de Europa para demostrar la viabilidad de este ferrocarril. Es como esa melodía imaginaria, compuesta para piano y violín por el ficticio músico Vinteuil, que Marcel Proust va encajando en numerosos pasajes de 'En busca del tiempo perdido', sin que lleguemos a sentir la partitura completa. Si intentáramos darle una representación plástica a este añejo agravio, el resultado sería el viejo achacoso que en las postales navideñas del pasado siglo simbolizaba al año que se va, junto al niño con chupete del año entrante. Y, en este caso, ese año entrante será la 'polvaera' que nos espera a los pacientes lectores sobre las ventajas e inconvenientes del metro por el centro de la ciudad, un asunto que está provocando los primeros vagidos y que no parará de dar la tabarra durante el año que viene y muchos meses más.

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Con su angelical simpleza, la ministra de Justicia Pilar Llop dijo hace unos días que cuando se montaba en el metro o en el autobús en Madrid oía a la gente hablar de la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Una cuestión, por lo visto, que a sus vecinos los tenía sobre ascuas; muchísimo más que la carestía de la cesta de la compra. Supongo que, tras el cachondeo desatado, habrá prescindido del asesor que le aconsejó soltar esa parida. Si viviera en Granada, la ministra se iba a enterar de lo que es una polémica fetén. Ahí nos gustaría a más de uno verla aguantando las inacabables disputas y controversias que el proyecto del 'travi-metro' por Constitución, Gran Vía y Reyes Católicos va a generar. Suponer lo contrario, sería de una simpleza propia de sandios. Pero, en fin, no es ella solo la afectada por este permanente mal. Con la falta de lluvia, la estolidez está creciendo tanto que este otoño va a haber más tontos que setas. Puede que sea por algún extraño efecto de las vacunas, por la sonrisa de Yolanda Díaz en la tele a la hora del almuerzo, o por las multas que conlleva fomentar el fornicio entre animales sin el correspondiente carné, lo cierto es que ya hay ahora más zopencos que perros descalzos. Buena prueba de ello es que cuando todos los indicadores económicos dicen que vamos derechos a la recesión, con una amenaza sobre las pensiones y salarios públicos como en Grecia, lo único que ha despertado la indignación de una buena parte de analistas aferrados aún a la 'gauche divine' ha sido una gamberrada cutre en un colegio mayor madrileño.

Huyendo de todo ello, he ido con unos amigos a mi Arcadia feliz, a donde no había vuelto desde la pandemia. Casi todo sigue igual. Han cerrado el único bar que quedaba abierto y han remozado el lagar de La Parra. La preocupación de los vecinos se centra en esta otoñada tan seca, en la subida de los precios y en la cosecha de la añada, porque como la uva ha venido con menos jugo podría subir un punto el grado de alcohol. No hablaron del Constitucional ni de los 'ahújos'. Tampoco del vicepresidente de la Junta de Castilla y León, el tal Gallardo de pocas luces. Desde que se murió Vitorino 'el tonto', no ha habido más sandios y la gente tiene claro su criterio y no discute. Claro que por allí no pasa el metro.

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