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La mecha del racismo

La violencia callejera tras la brutal actuación policial que costó la vida a un hombre afroamericano intenta ser rentabilizada por Trump

Martes, 2 de junio 2020, 01:56

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La muerte de un ciudadano estadounidense tras verse reducido de manera brutal por cuatro policías de Minneapolis, uno de los cuales mantuvo su cuello bajo presión durante minutos, ha desatado las mayores protestas en ese país desde el asesinato de Martin Luther King en 1968. Los tintes racistas de la actuación que derivó en la asfixia del afroamericano George Floyd y el hecho de que los agentes implicados inicialmente solo fuesen apartados de sus puestos –el que inmovilizó al fallecido fue después arrestado y acusado de homicidio involuntario– ha generado una ola de indignación materializada en manifestaciones y vigilias pacíficas, pero también en inaceptables actos de salvaje vandalismo y pillaje en decenas de ciudades. El confinamiento al que estaba sometida la población y un desempleo desbocado a causa de la Covid-19 explicarían en parte tal explosividad, así como que el movimiento 'Black lives matter' haya derivado en un fenómeno interracial. Tras unas protestas de una virulencia inadmisible anida asimismo la profunda discriminación que siente una parte de la ciudadanía de EE UU, harta de abusos policiales cuyas víctimas se encuentran mayoritariamente entre la población negra. La violencia ha desbordado durante días la contundente acción de las fuerzas de seguridad, con la Guardia Nacional desplegada en quince Estados y en Washington, e invalidado incluso los toques de queda.

La gravedad de la situación volverá a medir la capacidad de liderazgo del inquilino de la Casa Blanca a cinco meses de las elecciones presidenciales. Lejos de calmar los ánimos, de momento Donald Trump los ha inflamado con sus incendiarios mensajes en los que acusa a los demócratas –a los que califica de «izquierda radical»– de estar detrás del vandalismo y anuncia mano dura y la consideración de terroristas a quienes han sembrado el caos en las calles. Es poco probable que incite a la calma de los miles de personas dispuestas a protagonizar altercados o que promueva una acción consensuada con alcaldes y gobernadores cuando tiene la oportunidad de aprovecharse de los desmanes para reivindicarse como la única solución para asegurar orden en el país. La particular reclusión por la que parece haber optado Joe Biden a cuenta del coronavirus está evidenciando la inexistencia de una contestación política del máximo nivel a las maneras que Trump tiene de valerse de los problemas por lo que atraviesa Estados Unidos.

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