Decadencia albaicinera
No queremos que la agitada historia del barrio Albaicín acabe así. Que los que saben y pueden hagan lo necesario para que este proceso decadente se detenga
Saben mis fieles lectores que uno de los temas que sale a relucir en esta columna con más frecuencia es el del Albaycín, donde resido ... desde hace casi medio siglo, imagínense. Sin ir más lejos, desde mucho antes que fuera nombrado por la Unesco integrante del Patrimonio de la Humanidad allá por el año 1994, que ahora celebra treinta años desde dicho nombramiento.
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Por los años 70, el barrio se estaba despoblando y era muy fácil conseguir una casa o incluso un carmen a buen precio. No tenía los servicios que ahora tiene, y recuerdo las gestiones para que contáramos con un centro de salud, casi no había calles empedradas, en fin. Recuerdo las movilizaciones de los nuevos habitantes, en apoyo de los antiguos, para lograr lo que cualquier zona de la ciudad ya empezaba a tener.
Pues sí, unos cuantos decenios después, IDEAL, queriendo contribuir a la superación de la postración del barrio de las esencias granadinas, ha recurrido a un grupo de personas muy cualificadas que lo conocen bien y aportan los posibles remedios para los males que ellos mismos señalan. Hay muy buenas sugerencias que sería muy conveniente que las tuvieran en cuenta la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de la ciudad, las dos instituciones que tienen la llave para abrir las posibilidades de mejora que, inexplicablemente parece imposible.
Los problemas son ahora muy diferentes y las quejas de los vecinos también. Ha pasado el tiempo, pero no se ha superado la decadencia que nos hacía preguntarnos por qué el Albaicín está siempre tan olvidado de las administraciones que de vez en cuando anuncian nuevas medidas, que pronto son sustituidas por otras, porque las anteriores no llegaron a ver la luz, sin que nadie reclame nada.
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En las reflexiones de los que han hablado en IDEAL hay varias palabras que se repiten, como si fueran dos virus que se están comiendo la realidad humana tan diversa que es el mejor encanto de este enclave tan cargado de identidad granadina. Una de ellas es 'gentrificación' que, según el Drae, es: «renovar una zona urbana, generalmente popular deteriorada, mediante un proceso que implica el desplazamiento de su población original por parte de otra de mayor poder adquisitivo». Esto es lo que ya empezó en los años 70 cuando se despoblaba el barrio y cada vez es más evidente, teniendo en cuenta la subida de los precios de las viviendas.
La otra palabra que aparece en las opiniones de los expertos es un neologismo, la 'turistificación', que, según el Drae, «alude al impacto que tiene la masificación turística en el tejido comercial y social de determinados barrios o ciudades». Cabe pensar que algunos de los mismos propietarios que disfrutaron de la vida albaicinera en los setenta son los que están protagonizando la mayor subida de los alquileres y la imposibilidad de continuar esa forma de vida tan singular, y poco a poco el barrio sea un lugar vacío de vida y sin futuro. No queremos que la agitada historia del Albaicín acabe así. Que los que saben y pueden hagan lo necesario para que este proceso decadente se detenga.
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