Como es sabido, se da la circunstancia de que la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado que celebra la Iglesia el último domingo de ... septiembre coincide en Granada, con la Procesión de la Patrona de la ciudad, la Virgen de las Angustias.
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Ese día toda Granada se tira a la calle y se pone en camino…
La imagen del camino ha estado siempre presente en el imaginario de nuestra vida personal y colectiva.
El camino nos habla de proyectos, de procesos y de horizontes abiertos. Sobre todo, en esta época en la que la movilidad humana se ha convertido en una de nuestras señas de identidad.
Es cierto que a este aumento de la movilidad han contribuido diversos factores como la cultura del ocio y el turismo, los negocios y el deporte… Pero, sobre todo, ha sido por el fenómeno de la migración económica de millones de seres humanos que se están viendo forzados a huir del hambre, la persecución o la guerra… Y por muchos otros que se sienten impulsados a ejercer su legítimo derecho a soñar con un futuro mejor y a buscar en otros países nuevas oportunidades para ellos y para sus familias.
Lo cual significa emprender un difícil y arduo camino en el que los migrantes suelen ser víctimas de traficantes sin escrúpulos, a menudo vinculados a los cárteles de la droga y de las armas, que se aprovechan de su situación de debilidad y, a lo largo de su viaje, con demasiada frecuencia, experimentan en su propia carne la violencia, la trata de personas, el abuso físico o psicológico y otros muchos sufrimientos a veces, insoportables… Y para colmo, los que logran sobrevivir al cementerio de los desiertos o de las aguas del mar, son sometidos a toda clase de dudas, desconfianzas y prejuicios por parte de nuestras sociedades de acogida.
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De hecho, es de todos sabido que, en algunos países de llegada, los fenómenos migratorios están suscitando alarma y miedo, con frecuencia fomentados con fines políticos o alimentados por sentimientos y actitudes racistas y xenófobas.
Por todo lo cual, esta Jornada Mundial que lleva por lema este año 'Dios camina con su Pueblo', es una oportunidad para afrontar el desafío de la migración desde una perspectiva humana y para revisar cómo es nuestro camino, con quien caminamos y qué camino, o qué derroteros estamos tomando como sociedad.
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La dignidad humana debe prevalecer siempre. Debe estar por encima de otros discursos económicos o ideológicos y de cualquier otro tipo de intereses.
Para lo cual, es necesario hacer un pacto nacional de migraciones que convoque a todas las fuerzas políticas, con el fin de establecer un marco de actuación que garantice la dignidad humana, el bien común, la seguridad y la responsabilidad compartida de los distintos estados en el contexto de un mundo globalizado. Lo cual contribuirá, sin duda, a conformar ese 'nosotros' amplio e integrador del que cada uno formamos parte.
En este sentido, tenemos que reconocer que todavía tenemos bastantes zonas de sombra en nuestro mirar y actuar personal o comunitario respecto a las personas migradas o refugiadas y a veces nos cuesta descubrir que Dios camina con su pueblo para sacar adelante su plan de fraternidad desde la ternura, la misericordia y la confianza que deposita en cada uno de nosotros.
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Por eso, debemos hacer nuestras las palabras del Papa Francisco cuando en la audiencia del pasado 28 de agosto nos decía: «La iglesia está con los migrantes y no con quien los rechaza».
Y es que los cristianos no podemos separar nuestra vida de nuestra fe, la práctica religiosa del compromiso cristiano, la luz del Evangelio de las tomas de decisión que pueden cambiar el mundo.
De aquí la importancia de que hoy domingo 29 de septiembre, que coincide en Granada con la procesión de nuestra patrona la Virgen de las Angustias, esta misma ciudad que se vuelca en llevarle flores, encender velas y sacarla en procesión, no se olvide de que las angustias de esta madre no son otras que las de sus hijos más vulnerables.
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Y, parodiando al tradicional baile de la reja, que tan alegremente cantamos y bailamos, quisiera decir a la corporación municipal y a todas las entidades responsables de los asuntos públicos, 'un recadito a la oreja': que el mejor canasto de flores que podríamos ofrecerle a la Virgen es que nadie, en esta ciudad, se vea obligado a vivir y a morir en la calle, a la intemperie de nuestro amor.
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