Sombras tras el muro
Los alcaldes de 23 pueblos de Granada han pedido a sus vecinos que no laven sus coches, que no baldeen sus patios, que no llenen sus piscinas
Manuel Pedreira Romero
Viernes, 5 de mayo 2023, 22:56
Las imágenes me persiguen incluso en los sueños. Sobre todo en ellos. En una de las imágenes veo a un hombre recostado contra un muro, ... el sombrero echado sobre los ojos, el palillo en la boca, rumiando pensamientos huecos, masticando el vacío y aguzando el oído, intuyendo presencias y ensayando huidas. No pierde de vista la goma de donde fluye un chorro de agua discreto pero continuo, que no hace ruido porque está sumergido unos cuantos palmos. En realidad es imposible saber si por la punta de la goma sale agua o no porque nada se mueve sobre la superficie, ni la más mínima reverberación que delate el delito. Está bien así, piensa para sus adentros. El hombre está llenando una piscina. Su piscina. Lo hace de noche, a horas intempestivas, en lo más profundo de la madrugada, a escondidas, a la hora en que los fisgones duermen. La llena poco a poco, de manera imperceptible, a sorbitos. Y cuando termine su obra estará a salvo y nadie se habrá dado cuenta. O eso cree.
En otra imagen, un grupo de vecinos de la misma urbanización, constituido en policía de barrio, deambula por las calles husmeando tras las verjas, escudriñando en los jardines, buscando pistas de un uso inadecuado del agua. Un rosal esplendoroso despierta sospechas aquí, el brillo rutilante de la chapa de un Citroen levanta suspicacias allí. Mira esa piscina, la de la última casa. Ven, súbete aquí y mira bien detrás del limonero. ¿Lo ves? El nivel del agua ha subido casi un azulejo entero entre ayer y hoy. Ese sinvergüenza está llenando la piscina. Nos toma por tontos. Se va a enterar. Esto no se queda así. El bando del alcalde lo pone bien clarito. Ni llenar piscinas ni lavar coches. O corta la manguera o se la corto yo. La Inquisición vecinal no descansa y dicta condenas antes de poner denuncias.
La noche cayó hace horas sobre la urbanización y un hombre con sombrero pone su mano en un grifo de jardín. El silencio es asfixiante. Parece la Maestranza cuando Morante se dispone a entrar a matar. Una noche más, el hombre va a seguir llenando su piscina en completa soledad. O eso cree, porque detrás del muro empiezan a dibujarse unas sombras.
Los alcaldes de 23 pueblos de Granada han pedido a sus vecinos que no laven sus coches, que no baldeen sus patios, que no llenen sus piscinas. Nadie se acuerda de la última vez que llovió y las reservas de agua empezarán a escasear pronto, así que alcalde previsor vale por dos. Sin embargo, el calor me calienta la sesera y ya solo veo delaciones, chivatazos, cobro de viejas deudas, surgimiento de nuevas querellas y tiros. Y Puerto Hurraco.
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