Perspectivas catastróficas
Mientras la evacuación del Titanic se tuvo como ejemplo de caballerosidad en el mar, la del vapor La Bourgogne fue un cruel 'sálvese quien pueda'
Manuel Montero
Jueves, 24 de octubre 2024, 23:31
Todo es cuestión de perspectivas. Las visiones actuales sobre el hundimiento del Titanic hacen hincapié en los distintos destinos según la clase de los viajeros, ... de forma que salieron mejor librados los de primera. Sin embargo, en la época estas diferencias sociales no se consideraron tan graves. Hoy, la imagen depende de los criterios rigurosos de un siglo después.
Al contrario, la evacuación del Titanic (1912) se tuvo como ejemplo de caballerosidad en el mar. Faltaron salvavidas, pero predominó el modelo de 'las mujeres y los niños primero': el 70% de estos grupos se salvaron, mientras que sólo lo logró el 20% de los hombres. Hubo alguna actitud insolidaria, pero podía la imagen de altruismo, incluyendo el de personas adineradas, que no aprovecharon sus privilegios para salvarse. La conclusión era que las normas solidarias triunfaban en las situaciones más críticas. En vísperas del desastre humanitario de la Primera Guerra Mundial, se imponía una visión optimista del comportamiento humano en momentos críticos.
Hasta entonces la imagen era la contraria. La catástrofe marítima más próxima era el hundimiento del vapor La Bourgogne, hoy olvidado. Fue muy difundido por la prensa y representó la insolidaridad. Inicialmente apenas se conoció en España, pues la tragedia coincidió con el desastre de Santiago de Cuba, cuando fue destruida la armada española. Aun así, unas semanas después los periódicos españoles recogieron las noticias del naufragio de La Bourgogne, que retrataban la crueldad humana.
«El naufragio de La Bourgogne ha sido terrible», sintetizaba la prensa, que sacaba su lección moral: «Aquí patentízase una vez más el salvaje furor con que el más fuerte aplasta siempre al más débil». Las noticias hablaban de «esas pobres mujeres y esos niños indefensos incapaces de luchar contra los puñales de aquellos que se habían posesionado de las embarcaciones de salvamento».
La Bourgogne era un trasatlántico construido en 1886, el primero en hacer el trayecto entre Le Havre y Nueva York en una semana. Su naufragio se produjo en la madrugada del 4 de julio de 1898, cerca de Nueva Escocia, Canadá. El vapor chocó con un velero, por la niebla y porque su velocidad era excesiva. Murieron 549 personas y hubo sólo 173 supervivientes. Durante la media hora que tardó el barco en hundirse hubo un combate brutal por salvarse, por ocupar los salvavidas e impedir el sobrepeso en las barcas. Corrieron los puñales y los tiros. En la pelea se impusieron los más fuertes, sobre todo la tripulación. A los niños y mujeres les impidieron acceder a los botes. No se salvó ningún niño y sólo sobrevivió una mujer de las 300 que iban en el barco.
Al parecer, los marineros cortaban a hachazos las manos de náufragos que se agarraban a los barcos salvavidas, además de tirar al mar alguna persona para evitar la sobrecarga. Todos hablaban de ferocidad humana. El saldo fue contundente. Se salvó casi la mitad de la tripulación y pereció el 86% de los pasajeros, en escenas de brutalidad desenfrenada.
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