Fútbol universal
La imagen a lo mejor le satisface el ego, pero no vale para héroe quien alcanzó el estrellato tocándose las partes ante millones de espectadores
Manuel Montero
Jueves, 31 de agosto 2023, 23:05
Todo ha pasado a un segundo término y la realidad se ha convertido en monotemática, girando en exclusiva en torno a Rubiales, sus gestas, sus ... pompas y su inmediato destino, en el que de pronto parece jugarse el de la patria, el del feminismo y el modelo de relación de géneros. Del escándalo sorprende, además de la contumacia del protagonista en profundizar en el error, las dimensiones estratosféricas que ha adquirido, su difusión social (enseguida todo el mundo tuvo su opinión), la inusual unanimidad pública del rechazo a Rubiales y la tendencia del caso a desplazarse hacia el esperpento.
Rubiales se ha situado contra lo que la opinión pública le reclama. Sería admirable esta defensa de los criterios propios si no fuera por la ordinariez machista que exhala. La agrava el empecinamiento en justificarse culpabilizando a la víctima. Y eso que se vieron en directo, y en máxima audiencia, el despliegue de gestos obscenos y la actitud inadmisible con la futbolista, además de otras evoluciones en la celebración que parecían de aventado o de colocado. Nada que se hubiese visto en un acontecimiento de esta magnitud. Lo ha tapado todo: la victoria en el mundial de fútbol, las medallas mundiales en marcha, por citar sólo los eventos deportivos, mediáticamente sustituidos por la evaluación de la zafiedad.
Rubiales contra el mundo: la imagen a lo mejor le satisface el ego, pero no vale para héroe quien alcanzó el estrellato tocándose las partes ante millones de espectadores y abrazó o besó futbolistas con entusiasmo impropio. Lo que ha venido después agrava el despropósito. El «no dimito» chulesco, su dictamen sobre el 'falso feminismo' (no le cabe ninguna autoridad al respecto), la utilización de sus hijas para justificarse….
Sin embargo, no cabe admitir una afirmación de estos días, según la cual Rubiales representa el vigente machismo nacional. Es obvio que la inmensa mayoría de los hombres no se dedica a exhibir gestos obscenos ni a dar 'picos' ni a aproximarse a las mujeres con f¡amiliaridades arrancadas. No puede tomarse la excepción por la norma. No obstante, ha sorprendido el adocenamiento de los miembros de la Federación de Fútbol, que han dado la imagen de preadolescentes asustados, aplaudiendo a un patán desafiante. Hay razones para preocuparse, pues a esta gente le corresponde gestionar el fútbol, donde están a la orden del día los gritos racistas, homófobos, machistas, xenófobos y demás expresiones de odio. No se les ve capacitados para enfrentarse a estas lacras que se oyen en los estadios. Resulta imprescindible renovarlos en profundidad.
El colmo de esta historia ha sido el encierro de la madre de Rubiales en la iglesia de Motril ¡en huelga de hambre! Parece ser que piensa que su hijo es una bella criatura fustigada por la sociedad (lo mismo piensan las primas). El amor de madre (y el de prima) lo disculpa todo, pero la obligación del hijo sería convencerla de que basta que esa fe se exprese sólo en privado. Para detener el esperpento.
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