La foto
Simboliza el triunfo de los exterroristas, cuyos secuaces se han convertido hoy en un ¿firme sostén de la patria?
Manuel Montero
Jueves, 26 de octubre 2023, 23:17
Habrá investidura o no; se celebrarán elecciones o habrá legislatura, pero a la larga, todo quedará como un vago recuerdo. Menos la foto, la foto ... en la que el presidente de gobierno saluda a los representantes de quienes han apoyado el terrorismo hasta anteayer. El resto se desvanecerá en la desmemoria de los avatares políticos en esta época tan convulsa. Sólo pervivirá la imagen de ese saludo. Ahí hemos perdido todos.
Simboliza el triunfo de los exterroristas, cuyos secuaces se han convertido hoy en un ¿firme sostén de la patria? Nos sobran dedos de una mano si queremos contar a los exterroristas arrepentidos. Están orgullosos de las brutalidades que cometieron en el pasado, de las que depende su prestigio entre los suyos. No hay arrepentimiento, pero tampoco algo parecido a remordimiento de conciencia. Creen que cumplieron con su deber, lo que les mantiene satisfechos. «Ejecutaron» (asesinaron) a quienes tenían que hacerlo, dicen: la víctima se lo tenía merecido, algo había hecho.
Seguramente, la sensación del deber cumplido era recompensa suficiente para el terrorista. Se sentirían encarnación de Euskal Herria y, además, estaban (están) los homenajes que los honran. Estas celebraciones no eran, ni son, una cuestión secundaria, se engañan quienes así lo piensan. En el imaginario del terrorista, él ha entregado su vida a su país, incluyendo a veces décadas de cárcel. La recepción comunitaria, con su despliegue de ikurriñas, le es tan importante como la libertad. Le confirman el agradecimiento del pueblo. Todo le ha merecido la pena. Esta parafernalia implica siempre la idealización de la violencia, la fascinación por el terror. Quien siembra viento cosecha tempestades. ¿Y si siembras tempestades? Cuesta creer que alguien piense que recolectará paces o terroristas apaciguados.
Por otra parte, los terroristas tienen que estar perplejos por los resultados de los últimos años. Han sido trasladados a cárceles vascas o cercanas, algunos obtienen permisos de días para ir al dentista. Todo es diferente e intuyen que a la vuelta de la esquina está la libertad, con sus homenajes que les confirmarán el apoyo del pueblo.
Es posible que a lo largo de los años hayan tenido sus momentos de decaimiento, pero estos desánimos serán ya cosa del pasado. «Ganamos, ganamos, ganamos», dijo el líder Otegi que soñó en una especie de trance. Quizás fue certero. Lo confirma la foto de la victoria, cuando el presidente del gobierno recibió a los representantes de la izquierda abertzale para retratar su apoyo. Efectivamente, no era necesario arrepentirse para ser incluido en las fuerzas progresistas.
¿Se habrán arrepentido quienes combatieron a ETA? ¿Los socialistas (y los que no eran socialistas) que tuvieron que llevar escolta durante años, con enormes costos en sus vidas, a veces hechas trizas? Es improbable, pues las convicciones personales no están en almoneda. Sin embargo, esta foto les recuerda que el desprecio a su vida sigue, y que ahora la menosprecian quienes creían que habían sido suyos, que mercadean con los votos como si sus sacrificios no hubiesen contado nada.
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