Al final, degeneración
La vida política se asemeja a una pesadilla interminable
Manuel Montero
Jueves, 12 de junio 2025, 23:42
Esta etapa política comenzó con ínfulas. Se hablaba de regeneración. Sobre todo, de regeneración. Es verdad que nunca quedó claro en qué consistiría, más allá ... de vaguedades sobre cambiar la Constitución e introducir medidas progresistas de contenido ignoto. Pero sí se sugería que se atajaría la corrupción y se emprenderían políticas de altos vuelos para situarnos en la cúspide mundial, entiéndase la cumbre del mundo progresista y planetario.
La regeneración añorada se ha convertido en degeneración. La vida política se asemeja a una pesadilla interminable, en la que todos son movimientos rastreros, descalificaciones, la rata que muerde el tobillo del mendigo, añoranzas de guillotinar al otro, al menos al mensajero. Por lo que se ve, la máxima aspiración del poder es demostrar que sus opositores son peores todavía. A lo mejor tienen razón. Creen que eso les justifica…
A lo peor.
No es que no hayamos eliminado la corrupción. Es que esta campa a sus anchas y alcanza los escalones más altos de la cúspide celestial, que presumía de honestidad: da vergüenza ajena recordarlo. Quienes justificaron sus veletismos por tanta y tanta corrupción (el PNV) hacen como que no se acuerda. En realidad, va a lo suyo. Como entonces. El PNV siempre ha ido a lo suyo. Sólo sorprenden sus ganas de quedar bien. Aitor Esteban inmaculado y perdonavidas.
Peor aún: al margen de la retórica, no se ha realizado ningún esfuerzo por eliminar, o al menos reducir, la corrupción. Estúpidamente, se ha dado por supuesto que todo era un problema de talante y de actitud moral, en un esquema en el que los propios se creían exentos del pecado. Pero, por lo que se ve, es un problema sistémico, lo que exige que se pongan barreras para que tampoco «los nuestros» puedan corromperse. No sirve conformarse con acusar a los demás de maldades intrínsecas, suponiendo que los nuestros son monjas ursulinas.
La regeneración tenía límites, pero la degeneración no. El fiscal general resulta procesado y sigue siéndolo, como si eso pudiese formar parte de alguna normalidad. ¿Todo ha degenerado? Faltan propuestas, de alcance o de chichinabo, y la vida política consiste en un gobierno a la defensiva, rechazando acusaciones por actuaciones cutres, algunas presuntamente delictivas, arremetiendo contra medios de comunicación, oposición, jueces, fiscales y todo aquel que no da su brazo a torcer.
Eso no es regeneración.
Así, la política ha quedado reducida a su más baja expresión. Porque el resto es violentar la Constitución, consultar a un prófugo para tomar decisiones; hacer cosas que hasta hace nada sabíamos que no se podían hacer, como la amnistía; dar argumentos retorcidos para justificarlo; soltar bulos e insidias.
Si éste era el camino de la regeneración nos podíamos haber ahorrado el viaje. Todo se ha convertido en un ejercicio en que el gobierno pretende aguantar más allá de lo imaginable y en el que nosotros aguantaremos lo que nos echen.
Pronóstico: el gobierno aguantará más allá de lo imaginable. La ciudadanía aguantará lo que le echen.
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