Maduro y la madurez de Matarí
Marta Soler
Periodista
Jueves, 1 de agosto 2024, 23:10
La polémica está servida en Venezuela donde existe una duda más que razonable sobre la transparencia de las elecciones celebradas el pasado domingo. El último ... organismo internacional respetable en pronunciarse ha sido el Centro Carter que ha concluido que no, que no han sido democráticas. Este organismo forma parte del grupo de observadores internacionales a los que dio el 'ok' Nicolás Maduro para estar presentes en los comicios y supervisar aquello que consideraran oportuno. Podían oler lo que quisieran porque estaban autorizados. El Centro Carter desplegó una misión de 17 personas, 11 en Caracas y seis más distribuidas por Barinas, Maracaibo y Valencia, según sus propias informaciones. La ONU también ha tenido a gente sobre el terreno, aunque su informe aún no ha culminado, motivo por el que no se ha hecho público.
Sin embargo, mucho antes de que estos y otros organismos internacionales de probada solvencia se tomaran su debido tiempo para llegar, ahora, a estas conclusiones, ya había uno que sabía lo que iba a pasar nada más poner pie en el país. Se trata de Juan José Matarí. El diputado nacional por el PP de Almería ya advirtió del tongo con sólo aterrizar en el Aeropuerto de Caracas que fue, básicamente, lo único que vio porque el Gobierno de Maduro le dio puerta de momento. ¿El motivo? Porque Matarí y un grupillo del PP llegaron al país autoproclamándose observadores internacionales para supervisar el proceso electoral colgándose una medalla que nadie le había otorgado.
El problema es que para hacer lo que querían hay que pedir antes permiso y, por supuesto, te lo tienen que dar. Así que lo único que a lo que pudo aspirar Matarí fue a hacer turismo y, de la rabieta, envió un maravilloso comunicado en el que quedó, por escrito, lo ignorante que puede llegar a ser cuando quiere. El problema de Matarí es que Zapatero sí estaba allí y lo dejó claro en el primer párrafo de su comunicado a la prensa en el que mezclaba un rollo sobre el Gobierno de Sánchez, Maduro y Zapatero, como si todos fueran la misma cosa y la culpa de lo que ha pasado en Venezuela la tuviera –lógicamente, como todo- Pedro Sánchez que justo esta semana me da a mí que estaba en otros menesteres. Zapatero fue, como ha ido en ocasiones anteriores, porque está autorizado como vigía. Le ha autorizado Maduro que es, guste o no, el que gobierna y el que da las instrucciones en un régimen –efectivamente- de dudoso respeto por los valores democráticos, como también lo es Nicaragua, Honduras o Perú, países sobre los que ha sobrevolado la duda acerca de la transparencia en sus últimos procesos electorales, pero en los que no estuvo Matarí, pese a que ya era diputado nacional, también.
También hubo dudas sobre las elecciones en Israel, país por el que ha manifestado sentir verdadera admiración la derecha española posicionándose junto al genocida Netanyahu. Dos mil kilómetros menos hay de Almería a Tel Aviv que de Almería a Caracas, pero Matarí prefiere los viajes largos en los que, además, sabe que buscará la polémica pero, lo peor, es que alguien se la compre. Ni Matarí ni Cayetana Álvarez de Toledo pintaban nada en Caracas, y lo saben perfectamente. Lo único que les mueve es desconcertar a la gente, confundir, y hacernos creer que le han echado de un sitio al que nunca fue invitado, como el que se viste de guapo y va a una boda. Lo de Maduro está mal, muy mal, pero también están mal los actos de quien nunca madura. Y no será que no lleva tiempo en esto.
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