Como es bien sabido, la gente granadina tiene algunos sambenitos que pretenden definir cómo somos los que nacimos aquí, en pocas palabras. El catedrático López ... Calera escribió en 1998 un ensayo titulado 'El Ser granadino', en algún momento de sensibilidad sobre la identidad de los granadinos y granadinas en el correr del tiempo. En todo caso, con el tiempo, se han ido surgiendo algunos clichés, o ya casi tópicos, para que se orienten los visitantes que tengan interés. Uno de los más conocidos es el que pretende definir como rasgo característico el de la llamada 'mala follá', que parece que todos ya saben qué significa, incluidos los visitantes, que se ofrecen a explicarlo, aunque nadie lo hizo tan bien como nuestro inolvidable Pepe Ladrón de Guevara.
Otro de los tópicos que pesan sobre nosotros es el que sentencia que Granada es 'la tierra del chavico', lo cual pretende definirnos como gente cicatera, roñica, carente de grandeza y capaz de cualquier cosa por un puñado de monedas de poco valor.
Desde hace cierto tiempo, va tomando importancia otra manera de calificarnos a los granadinos como 'quejicas', gentes que protestan con razón y sin ella, como niños caprichosos que no tienen nunca bastante con los regalos que les hacen sus papás. Para ubicar esta nueva denominación, creo que esta queja surge más recientemente, quizá cuando se estableció el estado de las autonomías, y vendría de una comparación entre lo que recibía Sevilla y Málaga, frente a lo que obtenía Granada. Fueron los políticos los que achacaban a los granadinos una tendencia a protestar o más bien quejarse sin motivo por lo poco que obtenemos por las administraciones. Partiendo de la base de que las quejas granadinas tienen generalmente razón, porque en la mayoría de los casos, ha sido muy flagrante la diferencia entre lo que ha obtenido Granada frente a Sevilla y Málaga. Seremos lloricas, pero tenemos motivos.
Un estudio elaborado por la oficina del Defensor del Ciudadano, que recoge las peticiones de los vecinos de Granada, se ha publicado hace unos días y ofrece unos datos muy indicativos como este: cada hora a lo largo de un año se produce una queja, lo cual suma 8.796 en el año 2024. El estudio ofrece las preocupaciones que han motivado para recurrir al Defensor, con la intención de que sus problemas se vean solucionados. No buscan caprichos, ni el cumplimiento de sus aspiraciones, sino la solución de muchos problemas que les impiden vivir dignamente, según la carta de los derechos humanos, que debería protegerles, sino a sus necesidades más elementales que inexplicablemente no encuentran la forma de ser una realidad. Además de la solución para unos problemas que llevan años sin resolverse, como la carencia de electricidad, además afloran en las quejas con frecuencia la falta de comprensión por parte de quienes deberían cuidarles, o que nadie se tome el trabajo de buscar soluciones para el problema de la vivienda, o la asistencia a personas mayores que la necesitan… Cómo no van a quejarse …
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