De Lorca, lorquinos
Puerta Purchena ·
Lo que pita ahora es Lorca, Benidorm, el asalto, el escenario, la justificación de lo injustificable, el engaño, el llevarte al huerto, el hablar de otra cosa, el no fijar el problema...Pepe 'El Tomillero' vuelve a frotarse los ojos tras visionar, una vez más, las imágenes lorquinas, que no lorquianas, de un grupo de ganaderos asaltando ... el Ayuntamiento de Lorca. Tampoco entiende que parte del mapa político nacional justifique la violencia del acto esgrimiendo que «pobrecitos, lo que quieren hacer con ellos» y que quienes así se expresan sean los mismos que están todo el día viendo la paja en ojo ajeno y esgrimiendo poderíos pasados. Da igual, se ha llegado a un punto en el que nada es entendible desde la racionalidad. Es como en esos partidos de fútbol en los que se utiliza el Var para juzgar, pero, según de qué equipo se trate, se usa el criterio que más conviene y se termina diciendo que las cosas no son lo que parece y que las imágenes tienen muchas lecturas.
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Total, que hoy se entra por la fuerza en una Casa Consistorial, mañana se nos meten en el Parlamento y, al otro, se nos cuelan en la cama.
Algunos de estos personajes, lo que salen en el vídeo y los que hablan ante los micrófonos de los que salen en las grabaciones, coinciden con muchos de esos individuos que no paran de hablar de los que no son ellos y que han protagonizado estropicios menos sonoros, concentraciones, manifestaciones y protestas porque pueden también estar más cabreados que esa tropa con ropa de camuflaje a la que no han dudado en salir a poner paños calientes políticos con nómina.
Decía el poeta que hay dos Españas y se nos hiela el corazón cuando lo comprobamos. Decía el futbolero que «fútbol es fútbol» y digo yo que «un asalto es un asalto» lo protagonice quien lo protagonice y que si cualquier persona lo ejecuta da igual cómo se llame, de donde venga, a dónde vaya o dónde quiera ir, pero habrá que aplicarle la ley lleve la cabeza rapada o con rastas.
Hace tiempo que dejamos atrás los sentimientos que producen las historias narradas o representadas. Ahora vamos derechos a la imagen y no nos importa lo que se esconde tras ella, sino la acción que se escapa a borbotones. Lo lorquino ha ganado la batalla a lo lorquiano, aunque la representación sea una copia burda de otras situaciones que hemos visto recientemente. No hay nada que entender porque no interesa y no hay que hacer ningún ejercicio ni acceder a un cierto nivel cultural. Lo que pita ahora es Lorca, Benidorm, el asalto, el escenario, la justificación de lo injustificable, el engaño, el llevarte al huerto, el hablar de otra cosa, el no fijar el problema, no plantearlo ni solucionarlo. No se reflexiona ni se agita la memoria tratando de recordar lo que opinamos ante la misma situación cuando la protagonizó el rival. No mantener la coherencia es algo propio de estos tiempos en los que para juzgar tenemos una máquina que podemos manipular a nuestro antojo. Ese tipo de juez está de moda, ya lo vemos en la Liga y en los festivales de música. Tantas veces lo hemos visto en la tele, y lo hemos aprendido tan bien que entendemos que no podemos expresar una condena a un acto deleznable si no la matizamos. Y no hay matiz que sirva en estos casos. O se condena, o no se condena.
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