Cuando acaba de comenzar su segunda semana, la información correspondiente a los primeros siete días permite constatar que la campaña de vacunación contra el coronavirus ... discurre en España a menor ritmo incluso del que cabría esperar por la escasa disponibilidad de dosis de la única fórmula practicable hasta el momento, la de Pfizer Biontech. Las comunidades autónomas compartieron en el Consejo Interterritorial de Salud sus respectivos datos y el todavía ministro de Sanidad, Salvador Illa, comunicó que se han administrado 82.800 dosis de las 350.000 recibidas en la primera gran entrega. Un decepcionante 23% de cumplimiento respecto a las dosis recibidas, pese a la convicción con la que Illa aseguró que todos los territorios «están haciendo un esfuerzo» y el optimismo que le llevó a añadir que en la presente semana se alcanzará «una velocidad de crucero».
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El 81% de dosis inyectadas en Asturias se magnifica incluso en comparación con el 6% presentado por Madrid, una comunidad que en apariencia solo había declarado un problema: su queja por lo que sus autoridades entendían como insuficiente, desigual y ventajista distribución de las vacunas entre los distintos territorios. Un discurso que no resiste el contraste con la realidad de las dificultades logísticas que acompañan al preparado de la empresa germanoestadounidense, que ya sufrió un retraso de un día en su primera gran entrega en España y admite las dificultades de producción. Este hándicap, ya conocido, no puede ocultar, con todo, el mínimo relevo dispuesto para el personal sanitario que llega a la campaña de inmunización al límite de sus fuerzas y con necesidad de descanso. Igualmente resulta reprochable que se pretenda responsabilizar de tan pobres cifras a los mayores que pasaban las navidades en familia después del prolongado aislamiento impuesto por la pandemia.
El premioso avance de la vacunación invita a poner en cuarentena los objetivos de inmunización del Ministerio de Sanidad, al menos mientras la Unión Europea demore la autorización del compuesto de Moderna. La necesidad de acompañar el esfuerzo de los ciudadanos por extremar las medidas de protección frente al contagio exige a las comunidades autónomas aprovechar, al mayor ritmo posible, todas las opciones disponibles, sin excusas pueriles.
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