Normalizar
Durante los últimos años, en especial desde la pandemia del Covid-19, vengo observando una tendencia creciente por ampliar los límites de este sistema de 'normalización' y creo que existen nuevos usos, perversos e interesados, del mecanismo
Julio Grosso Mesa
Domingo, 11 de febrero 2024, 23:08
Cada día activamos de forma automática (a veces, del todo inconsciente) una clase de mecanismo adaptativo frente a los cambios. El sistema funciona perfectamente, como ... si fuera un reflejo, y consiste en asumir como premisa que todo cambia continuamente a nuestro alrededor, incluidos nosotros mismos. El resultado es inmediato: todo lo nuevo nos parece enseguida de lo más 'normal' y esto nos permite lidiar con el paso del tiempo, cuando nos miramos al espejo cada mañana. También nos facilita seguir adelante, a pesar de las dificultades, y aceptar con buena cara las sorpresas y decepciones que nos da la vida.
El sistema funciona solo, como un reloj, y resulta muy útil la mayoría de las veces. Nos permite seguir viviendo. O al menos, sobrevivir a las pérdidas, las enfermedades y los fracasos. Pero, los humanos nunca hemos respetado del todo el cauce de los ríos y lo que comienza siendo un mecanismo natural de supervivencia, acaba casi siempre hipertrofiado.
Durante los últimos años, en especial desde la pandemia del Covid-19, vengo observando una tendencia creciente por ampliar los límites de este sistema de 'normalización' y creo que existen nuevos usos, perversos e interesados, del mecanismo. Las crisis son siempre grandes oportunidades para que personas sin escrúpulos las aprovechen en su propio beneficio.
Hagamos la prueba: deje un momento su teléfono móvil y levante la vista un rato para mirar a su alrededor. Piense que hasta hace poco no disponía de ese fantástico dispositivo que lleva todo el día encima y que ha logrado captar su atención las 24 horas. Antes del smartphone, lo normal era hablar con la pareja o los hijos a la hora de comer y descubrir la enorme diversidad humana al subirse a un tren o el autobús. Incluso, compartir una charla breve con los compañeros fortuitos de viaje. O simplemente, mirar el paisaje por la ventanilla. Y pensar un rato.
Tenga en cuenta que no todo es 'normal', aunque lo parezca. Que no es lo mismo la sequía, un fenómeno que escapa a nuestro control, que la especulación inmobiliaria
En los últimos años, hemos aceptado como algo 'normal' que las notificaciones, mensajes y llamadas (en este orden) que recibimos a cualquier hora en la palma de la mano tengan prioridad absoluta sobre el resto de nuestras comunicaciones personales y en la mayoría de nuestras actividades cotidianas.
El móvil ha entrado como un tsunami en nuestra vida, el trabajo y la propia casa. Y hay una mayoría de personas que no pueden comer, conducir, comprar, viajar, dormir… sin perder de vista su dispositivo. Y más allá del móvil, sin el resto de pantallas: tabletas, consolas, relojes…
En el terreno de la educación, el móvil ha colonizado los patios y las aulas, distrayendo a los estudiantes y normalizando que los jóvenes lean cada vez menos, escriban poco y mal. Ahora, nos parece 'normal' que pasen de curso con varios suspensos y que lleguen a la universidad con grandes notas, pero menos preparados que nunca. Aunque, claro, no todo es culpa del móvil. Los padres y el sistema también colaboran.
En la sanidad, poco a poco, nos estamos acostumbrando a esperar varios meses para que nos vea un médico en la consulta. Y en su lugar, estamos empezando a 'normalizar' la telemedicina, donde proliferan los juicios clínicos sin una mínima y necesaria exploración.
Al lado de los colegios y los hospitales, hay cada vez más personas que viven en la calle. También las hemos 'normalizado' y ahora son casi invisibles. Y aunque los motivos para dormir en un banco son diversos, entre ellos están el desempleo, la precariedad laboral y la especulación inmobiliaria. Las mismas razones que impiden la independencia de nuestros jóvenes.
Además, en lo económico, el mantra del 'libre mercado' hace que vayamos cuesta abajo y sin frenos hacia una nueva 'burbuja inmobiliaria' y que estemos sufriendo una desconocida y terrible escalada de precios en los productos y servicios de primera necesidad. ¿Es 'normal' o es un abuso?
La última tendencia es 'normalizar' también el cambio climático y sus efectos: la sequía, las olas de calor, la calima, los fenómenos extremos. Lo vemos a diario en las noticias, mientras nos empujan a consumir sin parar, viajar, comprar en tiendas online y celebrar como triunfos los récords mundiales del turismo en nuestro país.
En resumen, mientras andamos entretenidos con los memes, los cotilleos, las aplicaciones y las continuas polémicas del fútbol y la política que nos llegan al móvil, hemos 'normalizado' las profundas crisis de la educación y la sanidad, las crecientes desigualdades sociales, la brecha tecnológica y los nuevos precios de la supervivencia.
Podríamos seguir hablando horas y horas de otras muchas 'normalizaciones', pero ya es suficiente. Desconozco quiénes son las personas (y grupos), sin escrúpulos, que están detrás de todos estos cambios, que no son pasajeros sino estructurales.
Vuelva a hacer la prueba: deje un momento su móvil y levante la vista. Piense un rato en lo anterior. El tiempo pasa y las cosas cambian, por supuesto. Pero, tenga en cuenta que no todo es 'normal', aunque lo parezca. Que no es lo mismo la sequía, un fenómeno que escapa a nuestro control, que la especulación inmobiliaria. Y que tampoco es igual adaptarse, que someterse.
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