El Involucionsita

Volver a la realidad

«Hablan de la cuesta de enero y ya les advierto de que la de septiembre pica más. Este mes es el del regreso a la rutina, esa que tanto odiamos, pero que reconforta más que el aire acondicionado en agosto»

Juan Sánchez

Almería

Lunes, 8 de septiembre 2025, 23:05

Hablan de la cuesta de enero y ya les advierto de que la de septiembre pica más. Este mes es el del regreso a la ... rutina, esa que tanto odiamos, pero que reconforta más que el aire acondicionado en agosto. Sí, porque bregar con menores más de dos días seguidos hace que nos volvamos locos. Es que no vemos el momento de que la sirena del centro educativo nos haga temblar los tímpanos para soltarlos. No soy un exagerado, más de uno y de unos cuantos más piensan como yo.

Publicidad

El problema es que esa paz familiar que genera el inicio del curso y que tanto perturban las vacaciones, en todos los aspectos, no se ve reflejada en el bolsillo. Por favor, qué sopor da cuando vas a comprar el material escolar y constatas que la lista que ha confeccionado mi heredero no es pequeña y lo peor es que más grande es la cuenta. La tarjeta no es que tiemble, es que se te pone en huelga con la cuenta corriente de piquete. Si es que ya me veo en la cola del zapatero para que le haga otro agujero al cinturón. Ya no se adelgaza por capricho es casi una obligación impuesta la indulgencia del gasto. No hay manera de cuadrar los números por simples que sean. No nos circunscribimos ya en exclusiva a los números naturales, nos van más las cifras enteras en las que interviene el signo negativo.

Pero bueno, qué se le va a hacer. Todo sea por la educación y el futuro de los que deberán pagar las pensiones de los que ahora se quejan. No me incluyo, porque hace tiempo que decidí que la jubilación no forma parte de mi destino, pero eso es otra historia. Y uno no se molesta únicamente por las tarifas de papelería, es que se ha puesto todo a ojo de la cara. Por culpa de mi corazón, que me ha pillado a traición a sabiendas de que no he fumado, ni una calada, en mi puñetera vida y de que tengo menos colesterol que una piedra pómez, ahora me cuido aún más de lo que lo hacía y les juro que llegas a pensar que igual habría sido mejor que hubiera reventado. Comer bien es caro de narices y no quiero decir con ello que de lo que se trata es de frecuentar establecimientos de tres tenedores. No, no es eso. Somo tan inútiles los humanos que la alimentación que te permite estar bien y gozar de una excelente calidad de vida es mucho más cara que la que te provoca enfermedades y te acorta la existencia en el planeta.

Si es que vas a comprar una bandeja de medio kilo de uva y te cuesta casi tres veces más que una bolsa repleta de cruasanes procesados rellenos de crema de cacao. Puedo entender que me indiquen que la ingesta de lo procesado te genera una sensación mayor de placer que consumir productos naturales, pero si además de eso se le añade el precio, es que pocos somos los que nos esforzamos por apostar por las frutas, verduras y la plancha, en lugar de por los bollos, alcoholes varios y la freidora. Por eso cuando los distintos representantes políticos del ramo de la salud y el consumo en uno más de sus alardes hipócritas se lanzan con una campaña para que se fomente la ingesta de frutas, verduras, carne o pescado me dan ganas de mandarlos a esparragar. No hace falta invertir en publicidad ni un céntimo. La solución pasa por incentivar a los sectores productivos para que los precios de estos bienes saludables bajen y gravar los procesados a base de bien. Verán entonces como las familias sustituyen el chóped y la mortadela por jamón y queso.

Publicidad

Bien es cierto que aplicar estas sencillas medidas generará malestar contra quien lo haga por buena parte de la sociedad, pero eso no debe preocupar. Por encima de todo ha de estar la salud. Recuerdan lo malo que era el aceite de palma y fue defenestrado, pues hay que continuar, que la obesidad y los problemas cardíacos matan y mucho. Sin embargo, me da que no hay nada que hacer en esta empresa que les anuncio, porque como con el conflicto entre Rusia y Ucrania, entre Palestina e Israel o el que quieran hay mucho de boquilla, pero poco de iniciativa materializa en acción alguna. Las cosas de una sociedad que dice avanzar, pero que únicamente se preocupa el bien queda y la apariencia.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad