Tras el éxito de las fiestas del pueblo, el alcalde empezó a organizar conciertos los fines de semana. Los vecinos le paraban por la calle ... para felicitarle, y el alcalde no podía estar más orgulloso. Que si flamenco, pop, rock, heavy metal, hasta las ancianas bailaban de madrugada en la plaza, pues allí nunca se acababa la alegría. La fiebre por las celebraciones fue extendiéndose en el calendario. El día del orgullo gay, el de la mujer trabajadora, el del padre y la madre, el del niño y la niña, y el del abuelo y la abuela, incluso el día de la tata, que en el pueblo todavía había muchas. Ya empezaban las Navidades y, además de la cabalgata de Reyes, el alcalde había programado la llegada de Mamá Noel dos días antes que la de Papá Noel, y entremedias los días del elfo y la elfa, que no paraban de trabajar. Como él. Pero qué quebradero de cabeza para ajustar el presupuesto después de montar la noria, el tiovivo y la pista de patinaje sobre hielo. No había suficientes niños para tantos columpios. ¿Y las luces? Por la noche, parecía que era de día, y los pájaros estaban veinticuatro horas piando, tan eufóricos que, de puro frenesí, caían extenuados al suelo. La gente venía de otros pueblos para ver el alumbrado, y los ediles y colegas del partido le consultaban sobre cómo elaborar un completo programa de fiestas.
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Hasta en la capital se copió el modelo del alcalde, y durante el mes de diciembre, en esa comarca primero, y después en toda la provincia, no había día en el calendario ni espacio urbano que no estuviera ocupado por escenarios, atracciones e iluminado por cientos de miles de luces. ¡Si hasta celebraron el día de la Constitución con una verbena en la que le pusieron música a los artículos del texto! ¡Y qué chula quedó la fanfarria del 137, que habla de la organización del Estado! La de copas que se tomaron brindando por la solidaridad territorial. Había venido gente de toda España, y no se podía dar un paso por la calle, para alegría de restauradores y hosteleros.
El alcalde había sido invitado a todos los actos institucionales, y ya no podía más. Así que, cuando el domingo día 7 al mediodía se despertó en su casa, tomó una decisión drástica. No había más remedio. Convocó a la comisión de festejos por el grupo de WhatsApp y a la prensa para hacer una declaración solemne. Sintiéndolo mucho, el lunes no habría fiesta.
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