Hemos de protegernos
Ahora, con la tragedia de esta semana, tenemos bastante fresco el tan calumniado 'cambio climático' o 'calentamiento global'. Negarlo hoy es cosa de necios, simplemente.
Como no podría ser de otro modo, todos y todas nos hemos unido en la distancia a Valencia y a los valencianos y valencianas. Y ... también a los albaceteños y albaceteñas. España entera debe mostrarse ahora verdaderamente patriótica, lo que ha de conllevar remangarse, desanudarse la banderita de la muñeca y hundir metafóricamente las manos y los brazos en el fango. Para sacar de allí tanta desgracia acaecida en tan solo unas horas de tormentas. Poniendo sobre la mesa los medios materiales y económicos que sean necesarios en esa tarea, sin entreverar una sola proclama política. Ya habrá tiempo de delimitar las responsabilidades de cada administración y de cada formación política en lo que pudo haberse hecho y no se hizo.
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Y de pensar en el futuro. Porque si hemos sido capaces de dejar moribunda nuestra Sanidad Pública y la Asistencia pública a personas mayores y dependientes, tras el varapalo aleccionador de la pandemia, me temo lo peor en lo referido a catástrofes naturales y cambio climático. Así somos, así es el ser humano, fundamentalmente los que habitamos el privilegiado hemisferio norte del planeta tierra. Esquilmando todo el sur a nuestro paso, anteponiendo el individuo al conjunto social en el que vive, favoreciendo a las personas económicamente privilegiadas y dejando en la cuneta a quienes no lo son. Dándonos golpes de pecho ante barbaries y catástrofes que más o menos nos son ajenas, con toda la hipocresía de la que somos capaces –y somos capaces de mucha-, pero sin dar un solo paso con nuestros propios zapatos en la dirección correcta.
Ahora, con la tragedia de esta semana, tenemos bastante fresco el tan calumniado 'cambio climático' o 'calentamiento global'. Negarlo hoy es cosa de necios, simplemente. Como lo era ayer, sin restar un solo voto en las sucesivas convocatorias electorales a los cenutrios que han soltado y sueltan bulos inmorales sobre este tema. Hasta conseguir poner en solfa, por ejemplo, las políticas de la Unión Europea en esta materia. Fíjense tan solo en los datos sobre la venta de coches eléctricos en lo que va de año. Según los datos facilitados por la Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso de la Movilidad Eléctrica (Aedive) y la Asociación Nacional de Vendedores de Vehículos (Ganvam), la venta de este tipo de vehículos –que en 2030 deberían ser los únicos sobre nuestras carreteras– se ha reducido en agosto un 21,6%. Por tipos, las matriculaciones de turismos 100% eléctricos cayeron un 26,1% en este mes.
Datos que no hacen más que confirmar que la penetración del coche eléctrico no se está realizando al ritmo previsto, ya sea por las decisiones particulares de los compradores o por la desidia de las administraciones públicas en poner todos los medios para ello –colonizadas como están ya por la extrema derecha negacionista–. Con lo que algunas de las marcas automovilísticas más importantes, como Mercedes-Benz, Audi o Hyundai, han aprovechado esta tesitura para modificar sus planes de convertirse en productoras solo de coches eléctricos. Bien es sabido que habían fijado fechas muy anteriores a la establecida inicialmente por la Unión Europea para prohibir la comercialización de vehículos de combustión interna, pero sus previsiones de ventas no se están cumpliendo y ahora están rediseñando sus estrategias.
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Semejante retroceso, tamaña torpeza por nuestra parte, solo puede traernos una agudización de las catástrofes naturales y el sufrimiento. A corto plazo. Porque este ya no es un asunto que afecte solo a generaciones futuras, comenzando por nuestros hijos e hijas –que ya tiene delito no pensar un solo segundo en ellos y ellas–, a la vista está que nos afecta muy directamente hoy mismo y a la vuelta de la esquina. La inopia en la que estamos sumergidos, nuestro egoísmo y nuestra hipocresía han tenido un 'premio' gordo e inmediato. Tanto, como para considerar que, tan solo con golpes como el de esta catástrofe, puede darse la remota posibilidad de que reaccionemos. Reforzando servicios públicos de todo tipo, adecuando nuestros municipios y ciudades en lo que sea necesario o actuando de manera responsable para reducir drásticamente nuestra 'huella de carbono'. Y sí, también votando con igual responsabilidad a personas serias y dignas de confianza que administren el dinero público de la forma más conveniente para los intereses de la comunidad, que no son otros que los del propio planeta que habitamos.
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