Vuelta a Europa

Vuelta como regreso. Vuelta como caminata. Vuelta como pensada. Y seguro que le podemos sacar más jugo a la polisemia del concepto de 'vuelta'. En ... nuestro imaginario colectivo tenemos el 2 de enero, tan granaíno —y polémico— él. El 28 de febrero, aunque ahora rivalice con el 4 de diciembre, Día de la Bandera de Andalucía. Y el 12 de octubre, cada año más polarizado entre los del orgullo patrio y los del 'nada que celebrar'. Para mí, sin embargo, hoy es el auténtico día grande que deberíamos conmemorar. Porque hoy es 9 de mayo, el Día de Europa. Y nunca como ahora, ser europeos nos define. Para lo bueno y para lo menos bueno. «Es vital que Europa reafirme ciertas convicciones y audacias del alma que la americanización del planeta —con todos sus beneficios y generosidades— ha oscurecido», escribía el gran George Steiner en un librito capital publicado por la exquisita y clarividente editorial Siruela: 'La idea de Europa'. ¡Y antes de Trump, oigan! Digo 'librito' en un sentido formal, que por contenidos e ideas, es un texto monumental, iniciático y fundacional. La edición de Siruela de 'La idea de Europa' es chiquita, ideal para llevar en el bolsillo. Son apenas 80 páginas repartidas entre la reproducción de la conferencia pronunciada por Steiner en el Instituto Nexus holandés en 2004, el prólogo de Mario Vargas Llosa y la introducción de Rob Riemen. ¡Pero qué 80 páginas! A lo largo de las próximas semanas iré sacándoles el jugo y relacionándolas con Granada. De momento, un breve resumen. La Europa a la que apela Steiner es, para empezar, la de los cafés como espacios para el diálogo, el encuentro y la creación. La Europa cuyo paisaje a escala humana invita a caminarla, andarla y pasearla. El viejo continente cuyas calles y plazas llevan los nombres de sus científicos, escritores y artistas y que hunde sus raíces en dos ciudades: Atenas y Jerusalén. Una Europa, también, crepuscular y teñida de sangre. ¿Y una Europa de y con futuro? Démosle una vuelta, pero yo diría que sí, ¿no?