Vamos a contar mentiras
No es lo mismo contar historias que contar cuentos, adentrándonos en los terrenos resbaladizos del inefable MAR, el cerebro gris —o como le quieran ustedes ... llamar— detrás no solo de Isabel Díaz Ayuso, sino del famoso bulo del que ustedes ya lo saben todo y no vamos a detenernos a explicar. Si no, tiren de hemeroteca, por favor.
Digo lo de bulo porque el propio Miguel Ángel Rodríguez señaló ante el Tribunal Supremo que se lo inventó. No lo dijo con esas palabras exactas, pero casi. Que anticipó lo que seguramente habría podido pasar. ¡Un fenómeno, el tío! Cómo será la cosa que en el mismísimo PP lo asumen como tal: «Mentir no es ilegal», señalan desde Génova. Y más a gusto que un arbusto.
Pasamos, pues, de que nos cuenten cuentos a que nos cuenten mentiras, lisa y llanamente. Y no pasa nada. Total, como no es ilegal… La duda es, a partir de esa premisa, si nos debemos creer lo que los dirigentes del PP nos digan, nos cuenten, nos relaten y nos prometan a partir de ahora.
Está muy bien que los populares den carta de naturaleza al mantra que identifica a los políticos con Pinocho, la boca cada vez más grande, la nariz cada vez más larga. Así las cosas, cuando Moreno Bonilla hable de la Sanidad y asegure soluciones al pifostio que tiene montado, podremos colegir que ya está con otra de sus milongas. Como no es ilegal… Y de ahí para abajo.
Y hacia los lados, claro. Porque en esto de mentir, fabular y faltar a la verdad, retorciendo la realidad a su antojo y conveniencia; sí hay auténtica transversalidad. Miren lo último del CIS de Tezanos, sin ir más lejos, que contradice todas las encuestas realizadas por distintos medios de comunicación de todos los pelajes y que lleva 'equivocándose' sistemáticamente y hacia el mismo lado –a favor del PSOE & co.– una y otra vez.
Habrá cínicos que sostengan que rectificar es de sabios con tal de justificar giros copernicanos en cuestiones calientes y candentes. Sólo hay que tirar de hemeroteca en temas como la amnistía, el aborto, la defensa o la inmigración. Vivimos en los años del descrédito y no precisamente porque los bancos hayan dejado de dar hipotecas. La desvergüenza es de tal calibre que ya ni se esconden a la hora de decirnos que nos mienten a la cara. Total, como no es ilegal…
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