Secreto con las rutas secretas
Jesús Lens
Miércoles, 28 de agosto 2024, 23:17
Ha sido uno de los temas recurrentes en las conversaciones de este verano: hay que dejar de compartir en las redes sociales esas rutas secretas ... fascinantes, esos tesoros naturales escondidos y esos paisajes de ensueño que enamoran y quitan el sentido. En las redes sociales y, si me apuran, en los medios de comunicación.
Entiendo la pulsión (casi) irresistible de mostrar nuestro cuerpo serrano debajo de una cascada de aguas heladas mientras, en la ciudad, la gente se cuece a 40 grados. Vale. Admitámoslo. Es necesario dar envidia a los demás. ¿Pero hace falta explicar con pelos y señales la ruta para llegar a tan mágico lugar?
Leía ayer el reportaje de Laura Velasco sobre las pozas y los baños en los ríos de nuestra provincia y los problemas que hay en parajes como los Bolos de Dúrcal o en los cursos fluviales de los ríos Dílar y Monachil y tenía sentimientos encontrados, que yo también fui mucho de contar esas excursiones acuáticas en aquellos Veranos en Bermudas de hace unos años. Aunque, si mal no recuerdo, no solía explicar de forma práctica dónde arrancar las rutas y los caminos a seguir.
He hecho propósito de enmienda y prometo no volver a describir la parte práctica de los recorridos que me arrebaten los sentidos. Siento si les parece una postura egoísta, pero ¿qué sentido tiene descubrir la magia de un lugar, contarlo y que, pasado el tiempo, se haya transformado en un estercolero? Porque, por desgracia, ese es nuestro sino como especie: convertir en inhabitable allá donde pisemos cuando vamos en manada. O en grupo. Incluso en familia, si es extensa.Es que ni por guasap a los amigos, oigan. A lo más, por teléfono y hablando bajito. ¿Se acuerdan de aquella película con Leonardo DiCaprio, 'La playa'? Todo comienza con un supuesto paraíso natural a caballo entre lo real y lo mitológico cuya ubicación sólo se comparte a través de mapas en papel manuscrito y entre viajeros fiables que no vayan a ir a joder el invento.
Hay que volver a la comunicación analógica, al boca-oreja y a los círculos cerrados y de confianza extrema con los que compartir información relevante sobre determinados sitios que, si se masifican, se joden. Volver atrás para evitar lamentables y destructivos retrocesos.
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