Ojo a la salud mental
Al charlar sobre las posibles plagas del futuro inmediato con Jonathan Kennedy, profesor de Política y Salud Global de la Universidad de Londres, le pregunté ... por la salud mental y si podíamos usar la denominación de marras en ese campo, a la vista de las cifras que se manejan. Y es que su libro, 'Patogénesis', lleva como subtítulo 'Una historia del mundo en ocho plagas'.
En el excepcional trabajo que ha hecho Sara Bárcena y que pueden leer hoy en IDEAL, el psicólogo Miguel Guerrero, uno de los desarrolladores del Plan Nacional contra el Suicidio, indica precisamente que «el suicidio en jóvenes constituye un problema grave y persistente en España a nivel epidemiológico». Y hace unas recomendaciones básicas a las familias en clave de prevención: «es crucial que detecten las señales de alerta, reduzcan el estigma y brinden apoyo emocional».
Soy de una generación en la que, si te hacías un esguince de tobillo jugando al baloncesto, no tenías problema en ir a un fisio para que te ayudara en la recuperación de la articulación dañada lo más rápido posible. Igual que si te fallaba la vista, a nadie le extrañaba que te pusieras gafas o lentillas… excepto de críos, cuando el gafotas cuatro ojos era el capitán de los piojos. Todo lo que tuviera que ver con el cuidado del cuerpo era entendible, lógico y razonable.
Sin embargo, ya nos podíamos cuidar muy mucho de exteriorizar cualquier síntoma aledaño a lo mental o lo emocional. De inmediato se entendía como falta de carácter, por decirlo suavemente. ¡Hasta enfermedades intestinales, a nada que te despistaras, se interpretaban como indicios de debilidad! Y la debilidad era inadmisible. El famoso 'cagarse por las patas abajo', con perdón para quienes estén tomando el café o el aperitivo.
Si hay algo que me gusta de la gente joven es que ha asumido que la salud mental importa y que es necesario tenerla presente, cuidarla y mimarla. Por supuesto, no le queda más remedio que enfrentarse al veredicto sancionador de tanto pollavieja que la acusa de haber conformado generaciones de cristal, débiles y quejosas. Los estigmas de los que hablaba Guerrero.
Nunca ha sido fácil ser joven, pero ahora tampoco, por mucho que los mismos 'pv' de los que hablaba antes se quejen de que los chaveas de hoy lo tengan todo hecho y de que lleven una vida regalada. ¡Ay, esas aseveraciones que empiezan con «pues en mis tiempos…!
La presión de las redes sociales es algo a lo que nuestras generaciones no tuvieron que enfrentarse. El concepto 24/7 es de una terribilidad absoluta y sobre él deberíamos pensar más. Porque el bullying y el acoso, en la era de los teléfonos móviles, no se termina nunca, ni en el tiempo ni en el espacio. Lo mismo ocurre con el eco de todo lo que nos rodea, que a través de las pantallas en que hemos convertido nuestras manos, obtiene una amplificación insoportable. Lean, lean lo del 'efecto Werther', por favor.
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