¡Que llueva, que llueva!

Jesús Lens

Miércoles, 5 de abril 2023, 23:12

Ayer miércoles estábamos desayunando en una terraza del Zaidín y era imposible aguantar al sol sin cocerte vivo. Leíamos las informaciones sobre las talas de ... árboles en la Costa Tropical por culpa de la sequía y nos preguntábamos por cuándo fue la última vez que llovió. De hecho… ¿ha llovido en lo que llevamos de 2023? «Sí, que algún día he llevado paraguas»… ¿Paraguas? Estamos a nada de que sea una antigualla, un objeto que vendrá acompañado de instrucciones para recordar cómo se abre.

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Exagero, claro. ¿O no tanto? Imagino que debió llover hace algunas semanas, que por ahí tengo mis zapatos de Goretex. Los compré al final del verano pasado, pensando en el mucho uso que les iba a dar ahora que voy a todos sitios andando. Están nuevecicos, los pobres. A este ritmo, me duran hasta el 2033.

Exagero, por supuesto. Pero los agricultores de Almuñécar están cortando todas las ramas de sus frutales, reduciéndolos a la mínima expresión para conseguir que sobrevivan. Dan por perdida la temporada de aguacates, mangos y otras delicias subtropicales. Mejor perder un año que perder los árboles, que perder el futuro, que perder la vida.

A nuestros políticos, los mismos que han sido incapaces de avanzar un solo metro con las conducciones de Rules en los últimos treinta años, se les llenará la boca hablando de la pujanza del sector agroalimentario y de la importancia de los frutos subtropicales en el cambio de modelo productivo de la provincia. Y no se les caerá la cara de vergüenza. Es lo que tiene el cemento armado. Que lo aguanta todo. Que todo le resbala.

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Con las cosas de comer no se juega, nos decían cuando éramos chicos. Ni con las de beber. Que no va a haber restricciones de agua este verano, prometen las autoridades ¿competentes? El siguiente, ya se verá. Lo mismo habría que preguntarle al ChatGPT, a ver qué dice la inteligencia artificial sobre el futuro climático, la pertinaz sequía y la ruina de los subtropicales.

Toca cambiar de paradigma y, a la pregunta de qué tal el tiempo, responder que muy bueno. Que llueve con generosidad y en abundancia, llegado el caso. Con la esperanza de que la lluvia no sea sinónimo de fantasía, sueño y ciencia ficción.

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¡Que llueva, que llueva, la virgen de la Cueva! Pero cuando pase la Semana Santa, que por unos días más de sol y buen tiempo tampoco pasa nada. No seamos mala follás.

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