Conductores que matan y mueren

Paseas por el Zaidín, caminando tranquilamente por la acera con tu pareja y tu bebé en un carrito, y te atropella un coche que se ... ha salido de la calzada. La tarde de un viernes cualquiera te puede arruinar la vida de la forma más inesperada y absurda que imaginarse pueda. Un conductor de 78 años pierde el control de su vehículo y un espacio tan habitualmente seguro como es una acera se transforma en un infierno. ¿Y qué me dicen de la barbaridad del atropello del pasado 1 de enero? Le doy vueltas y no me lo creo. Sufro sólo de pensarlo. Tras una discusión de barra de bar, uno de los contendientes sale, se monta en su coche y cuando ve que la pareja con la que tuvo la bronca está a punto de subirse al suyo, la embiste con tanta saña que la mujer ha terminado con una pierna amputada. No sé qué pasará por la cabeza del anciano que perdió el norte de su volante. Lo mismo sufrió un despiste. O un colapso. Cuando escribo esta columna aún no se sabe la razón del accidente. Ni por la chola del presunto homicida que a estas horas duerme en prisión. Estaría borracho. O drogado. O ambas cosas. A saber. Pero hay que ser muy frío y calculador para actuar como actuó. Hay que tener mucha mierda en la cabeza. En Nueva Orleans, otro atropello masivo de inspiración islamista ha dejado 14 muertos y una sensación de desamparo, incredulidad y absurdez que da miedo. Mucho miedo. Máxime porque se teme una contagiosa ola de esta modalidad de furia homicida. ¿Y qué decir de las inaceptables cifras de fallecimientos en carretera del pasado 2024 en Granada? Lo apuntábamos hace unos días en este mismo espacio. Que el año estaba siendo terrible. Pilar García-Trevijano lo certificaba: 46 personas fallecidas en nuestra provincia, el mayor número de muertes en carretera en la última década, con un incremento de cerca del 50% respecto al año anterior. Y las causas son, mayoritariamente, imprudencias y alcohol, tal y como explican desde Stop Accidentes. El perfil del conductor siniestrado: hombre joven de entre 20 y 30 años. Lo mismo hay quien lo pone en duda y prefiere hablar de 'accidentalidad familiar' o algún eufemismo por el estilo. Pero las estadísticas cantan y, cada vez más, los conductores machos matan y mueren al volante.