Illa maravilla
«Siguiendo el relato del centrismo pagafantas, no han faltado aquellos que desde la noche de las elecciones han salido a pedirle al PP y a Vox que ofrezcan sus votos a Illa para que así no tenga más opción que formar un gobierno 'constitucionalista'»
Marcial Vázquez
Politólogo
Viernes, 17 de mayo 2024, 00:05
El senador Lamban no ha querido votar a favor de la amnistía, de ahí que en un alarde de heroísmo casi rozando lo legendario decidiese ... ausentarse del momento de la votación. No hablemos, ya puestos, de que decidiese votar directamente «no», o de que dejase su escaño y se marchase a su casa; al fin y al cabo, los políticos son simples mortales a los que no debemos pedirles que se comporten como dioses mitológicos de la democracia. Lo mejor de todo esto es que he podido observar como en los medios de derechas no han faltado los tontos útiles del centrismo que aplaudían el gesto tan digno y valiente de Lamban, y no de manera irónica precisamente. Que existan candidatos como Alejandro Fernández en el PP podría considerarse casi un milagro.
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Digo esto porque precisamente, tras las elecciones catalanas, Raxoi puso un tuit orgulloso del resultado de su partido en Cataluña y de su candidato Alejandro, el cual intentó cargarse hasta última hora, aunque no tuviera éxito por la reacción inicial de las bases y parte importante de las redes peperas: nadie hubiese entendido el desplazamiento del líder del PP catalán y la imposición, en su lugar, de algún melifluo centrista catalanista de ese estilo bilingüe cordial que tanto gusta al centrismo soplagaitas de Génova. No olvidemos nunca que Pablo Casado, ese aspirante a minisanchez del partido popular, se paseó por las radios independentistas catalanas condenando la actuación de la policía durante el día del referéndum ilegal permitido por la inutilidad del CNI y la incompetencia absoluta de Rajoy.
Partamos de la base de que toda interpretación electoral de lo que votan los catalanes es un juego de alto riesgo. O de alto azar. Hablamos de un lugar donde hace no muchos años ganó las elecciones un partido llamado Ciudadanos y que el otro domingo quedó fuera del Parlament con menos votos que el PACMA. Una cosa sí tengo clara: yo no diría que todos los que han votado al PSC son constitucionalistas. Por supuesto que el PSC no es de eso que llaman «bloque constitucionalista». Todos celebran, eso sí, que el procés se ha terminado, pero tampoco estaría tan seguro de ello. Es cierto que los partidos independentistas están en crisis, porque el agotamiento social y político de algo que no funciona y que empobrece cada vez más a la sociedad no puede evitarse ni siquiera en una religión tan desquiciada y sectaria como es la parte de los catalanes que odian a los españoles.
Siguiendo el relato del centrismo pagafantas, no han faltado aquellos que desde la noche de las elecciones han salido a pedirle al PP y a Vox que ofrezcan sus votos a Illa para que así no tenga más opción que formar un gobierno «constitucionalista». Lo malo de ver la política como un juego de parchís o una serie de Netflix es que no existen límites para el ridículo o para la imaginación, según se mire. Illa no es más que un sectario mediocre de cuello blanco cuyo momento más importante en su vida- la gestión de la pandemia- fue un dramático fracaso sanitario y un inolvidable uso político contra Madrid, manteniendo en todo momento a un impresentable negligente como Simonilla y actuando al servicio de los intereses estéticos de Pedro Tramp.
Pero la ascensión al olimpo de los grandes hombres de alguien como Illa está en sintonía con la petición de los terrolistas de Herri Batasuna de cerrar las plazas de toros del País Vasco para evitar la muerte del animal, mientras por la tarde sacan a los payasos para que les canten a los niños que los etarras tienen que volver a casa con mamá. Aquí quieren algunos sustituir el procés por el Illarato y no es descartable que el PP cucarro no acabe cediendo como hizo en el ayuntamiento de Barcelona.
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