La hora de la Orientación
Las problemáticas académicas y personales-sociales de los adolescentes y los cambios que traen los nuevos currículos de la ESO y el Bachillerato hacen que la Orientación y su práctica sea más necesaria que nunca
José Antonio Delgado
Lunes, 20 de diciembre 2021, 23:20
La Orientación es una disciplina científica conformada por un conjunto de conocimientos cuya aplicación práctica contribuye a que las personas alcancen su máxima autonomía y ... realización en sus dimensiones personal, social, académica y profesional. Es también una actividad profesional que se ejerce desde diferentes ámbitos, principalmente el laboral y el educativo, al que me refiero en este artículo.
En los centros de enseñanza (escuelas e institutos) son los orientadores quienes atienden a los alumnos desarrollando sus funciones y tareas, que son diferentes según cursen Educación Infantil y Primaria, o que lo hagan estudiando Educación Secundaria Obligatoria (ESO), Bachillerato o Formación Profesional (FP). Las problemáticas académicas y personales-sociales de los adolescentes y los cambios que traen los nuevos currículos de la ESO y el Bachillerato hacen que la Orientación y su práctica sea más necesaria que nunca. La relevancia de los currículos radica en que en ellos se establece lo que los alumnos deben aprender (conformado por el contenido de las diferentes materias y asignaturas) y cómo se evalúan dichos aprendizajes. Otro factor que avala esta necesidad viene dado por las novedades de las enseñanzas de la Formación Profesional, cuyo contenido se ubica en 26 familias profesionales de las que se derivan más de 150 ciclos formativos de grado medio y superior con sus correspondientes títulos. Por todo ello me atrevo a afirmar que es la hora de la Orientación, que es el tiempo de los orientadores.
Resulta una realidad incontrovertible que estos especialistas han sido muy importantes en nuestro sistema educativo desde que nació esta profesión allá por los años noventa. Pero considero que ahora su trabajo es bastante relevante. Se dice, y con razón, que la dinámica de los centros es un reflejo de lo que acontece en la sociedad, y dado que esta se ha hecho más compleja, dicha complejidad se ha trasladado también a las aulas. Y es en este panorama, convulso y diverso, donde los orientadores han de desempeñar sus funciones. Aunque en España la Orientación Educativa y Profesional aparece por primera en el sistema educativo en 1970 con la Ley General de Educación y Financiamiento de la Reforma Educativa', es en 1990, bajo la Ley orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo (Logse), cuando dicha profesión recibe un gran espaldarazo.
A partir de aquí, y para formar a los profesionales encargados de desarrollar las funciones que la Orientación requiere, nace en 1992 el título universitario oficial de licenciado en Psicopedagogía. Dicho licenciado trabaja desde los Equipos de Orientación Educativa (EOE) con el alumnado de Infantil y Primaria, especialmente con el que presenta necesidades específicas de apoyo educativo, y con los maestros, asesorándoles cuando llevan a cabo programas específicos y en su trabajo de tutoría. Asimismo, en los institutos de educación secundaria, los orientadores son profesores que ejercen su labor desde el departamento de orientación del que son jefes. En estos centros colaboran con el equipo directivo en la resolución de problemáticas que afectan al alumnado y a las familias y asesoran al profesorado, particularmente a los tutores. La tutoría, dado que los alumnos se encuentra en una etapa de su ciclo vital un tanto conflictiva como es la adolescencia, constituye una labor imprescindible para abordar cuestiones que afectan a su desarrollo personal y académico. También para estar pendientes de cómo gestionan las redes sociales, especialmente Instagram, y sean conscientes de los peligros que dichas redes entrañan. Esta temática adquiere hoy una relevancia especial para los orientadores por la incidencia que está teniendo en los jóvenes y sus familias.
Es en Educación Secundaria donde estos profesionales van a tener que acentuar su presencia para ayudar a los alumnos a construir su proyecto académico-profesional. Y ello merced a las novedades que los nuevos currículos de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y Bachillerato presentan. En estos se pone el énfasis en la adquisición de competencias y no tanto en la memorización de contenidos; o lo que es lo mismo, se resalta la aplicación de sus aprendizajes a la resolución de situaciones concretas. No en balde, el Programa para la Evaluación de los Estudiantes, o pruebas PISA, va más de competencias y no tanto de los saberes del alumno. Esto supone un cambio en cómo el profesor se desenvuelve en el aula impartiendo sus asignaturas, lo que a la vez conlleva una nueva forma de evaluar: metodología y evaluación, dos cuestiones de mucho calado que inciden en la evolución académica de los estudiantes-adolescentes.
En la ESO aumenta el número de materias optativas y se podrá llevar a cabo agrupaciones de estas para su impartición. Una tarea muy relevante de los orientadores en colaboración con los profesores será el asesoramiento a los alumnos desde estos estudios hacia la Formación Profesional o hacia el Bachillerato. En esta etapa nace una nueva modalidad, el Bachillerato General, y la modalidad de Artes se desdobla en dos: una orientada hacia la música y las artes escénicas y otra hacia las artes plásticas, la imagen y el sonido. Igualmente en su currículo se modifican las denominaciones de algunas asignaturas a la vez que aparecen otros nuevas. También en las enseñanzas de FP se producen cambios por la aparición de nuevos títulos relacionados con la economía digital como fabricación inteligente, ciberseguridad, big data, robótica o vehículos autónomos, y por la casuística que presenta la Formación Profesional Dual. Por esta modalidad, los alumnos combinan su proceso de enseñanza-aprendizaje en la empresa con el que llevan a cabo en el centro educativo en régimen de alternancia. La información a los alumnos desde su tránsito del Bachillerato o la Formación Profesional a la universidad no es una cuestión menor: pensemos que la universidad representa su última etapa de permanencia en el sistema educativo. Finalizadas sus carreras, se inicia la difícil tarea de la búsqueda de empleo en un mundo laboral globalizado, complejo y cambiante.
Lo expuesto aquí sobre el trabajo de los orientadores se ve ahora con normalidad. Pero sus comienzos en el sistema educativo no estuvieron exentos de conflictos y malentendidos. Todos ellos fruto del desconocimiento de una profesión que nacía. Cuando estos profesionales llegaban a los centros no se sabía qué hacer con ellos, no acertaban sobre qué trabajo asignarles, y no tenían claro dónde ubicarlos en su organigrama. Y es que, ¡claro!, si no daban clase, entonces, ¿qué hacían allí?, ¿para qué servían? Fueron ellos mismos los que poco a poco, desarrollando su labor, pusieron de manifiesto su relevancia. Hoy, treinta años después de implantación de la Logse, sus funciones y tareas devienen imprescindible tanto en los Equipos de Orientación Educativa como en los institutos de educación secundaria, donde gozan de una alta estima y consideración.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión