Un himno para ser cantado borracho
El patio de los neones ·
Andalucía es un pueblo dormido al que causa cierto pesar que lo arranquen de su letargoFERNANDO FEDRIANI
Viernes, 1 de marzo 2019, 00:07
El himno de Andalucía no nació para ser cantado sobrio. Tiene su ironía. Cuando salía de fiesta con mis compañeros de facultad, siempre terminábamos enarbolando ... canciones de series de dibujos animados. Sin embargo, pienso ahora, terminar la madrugada con el himno de Andalucía hubiese sido mucho más mítico. «Andaluces, levantaos», dice. Y nos imagino insomnes entre las calles, dando tumbos de un lugar a otro, ebrios de vida, pero también con serios problemas para conciliar el equilibrio.
Eso es Andalucía. Una tierra que se ríe de sí misma. Somos eso, un pueblo dormido al que causa cierto pesar que lo arranquen de su letargo. Hoy, día de puente, basta con pasear por el centro para vernos rodeados de gente de Córdoba o de Huelva. Y yo, en esos casos, siempre me pregunto si es más lo que nos separa que lo que nos une. Por empezar por lo más básico, que es la palabra, ¿qué tendrá que ver el acento casi manchego del norte de la provincia de Jaén con la pronunciación garbosa de mis antepasados en Cádiz?
Pero lo que más me abruma, y me derrumba, es el modo diferente en el que se entiende el emprendimiento. En Málaga, la tierra de mi mujer, cualquier pueblo pequeño es capaz de conjurar una oportunidad, de crear una opción de negocio, de hacerse imprescindible en los mapas. En otros lares, como la tierra que me vio nacer y que es Sevilla, están acostumbrados a jugar a ganador, a buscar su propia grandeza, dándole peso a la tradición. Pero hay una Andalucía pequeñita, de personas inmóviles, de vicios adquiridos y en la que se niega el darwinismo. Existe una Andalucía que lucha por no luchar y que presencia atónita cómo prosperan los vecinos cercanos de la otra Andalucía. Ser y no ser, prosperar y quedarse atrás, ambas cosas son posibles en Andalucía, y esa es la duda que tiene mi Granada.
Dicen que Antequera está en el centro de Andalucía, pero no es verdad. Granada está en el centro de Andalucía. Piensen en los dos modelos… y estamos en medio. Algunas veces se la ve tratando de engancharse con la vanguardia, generando productos inteligentes, pareciéndose a Málaga o a Sevilla. Otras veces parece jadeante y sin un plan, dudando y quemando vísceras, víctima de sus propios excesos, sin una ruta que seguir. En medio, sin decidirse, incapaz de ser un referente, sin dejarse ayudar, pero tal vez siendo algunas veces orgullosa y ambiciosa. ¿Qué somos? ¿A dónde vamos? ¿Cuál de las andalucías será el modelo que llegaremos a imitar?
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