La historia de Granada ha sido una historia cainita, de enfrentamientos y polémicas. Por eso, nos cuesta avanzar. Aquí, todos sabemos lo que no queremos, ... pero casi nadie sabe lo que quiere. Nuestro ayuntamiento, durante muchos años, ha estado sin presupuestos, porque nadie quiere apoyar al adversario político. Tan solo Paco Cuenca, que recuerde, apoyó unos presupuestos siendo oposición. Esta forma de gobernar, presente ya en todos los ámbitos nacionales, donde la esencia de la democracia es oponerse al que gobierna, con tal de hundirlo, nada tiene que ver con la transición democrática: todos hablaban y pactaban con todos (sindicatos, empresarios, derecha, socialistas, comunistas y autonomistas), y, gracias a eso, se logró la Constitución de 1978, los pactos de la Moncloa, el Estatuto de los Trabajadores, y las grandes leyes que vertebraron España.
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Es más, en los primeros gobiernos municipales democráticos (abril, 1979), todos los concejales, incluidos los de la oposición, tenían una responsabilidad que gestionar. Hoy prevalecen los ataques personales y las descalificaciones, que están desacreditando la política, pues los ciudadanos queremos gobiernos que gobiernen, y una oposición que critique, con corrección, lo que esté mal, reconozca lo bueno, y colabore siempre.
Sin embargo, desde hace algún tiempo, estamos observando una nueva dinámica: las administraciones públicas, la Universidad, los empresarios y los sindicatos granadinos empiezan a coincidir en una serie de realizaciones fundamentales para nuestro desarrollo. En las últimas semanas, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se ha referido a Granada como el «epicentro de la innovación de España»; el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, ha dicho que el desarrollo futuro se escribe con la A de Andalucía y la G de Granada; la rectora y el alcalde han mantenido una entrevista con la ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant, para que Granada acoja el Centro Nacional y la Agencia Española de Inteligencia Artificial, con enorme receptividad por su parte; el pleno municipal del 29 de enero, y el acuerdo institucional de todas las fuerzas políticas, académicas, empresariales y sindicales, reunidas en el Carmen de los Mártires, el pasado 7 de febrero, que han ratificado la petición hecha por Universidad y Alcaldía, descubren que Granada, por una vez, marcha unida. En esta misma línea se inscribe el acuerdo colectivo del acelerador de partículas en Escúzar; la reunión convocada por la Cámara de Comercio, la Confederación de empresarios y Caixabank, con la participación de Pfizer España, la UGR, y la OMS, para que Granada sea un referente sanitario y biomédico reconocido en el exterior. Además, estamos viendo la unidad de los habitantes de la costa y de todas las fuerzas políticas, reivindicando las canalizaciones del pantano de Rules, de gran interés para el futuro de nuestra provincia…
El victimismo y la confrontación nos han tenido paralizados casi siempre. Hay que confiar en nuestras fortalezas y potencialidades, porque Granada tiene todas las condiciones para ejercer un liderazgo social y económico, no solo en el turismo, sino también en el ámbito del conocimiento, la innovación, la ciencia médica, la cultura y el comercio. Nuestro PTS y el prestigio de nuestra Universidad hacen de Granada una capital moderna y creativa, y pueden generar un espacio de desarrollo socioeconómico innovador y sostenible. Nos hace falta creer en lo nuestro, y estar unidos.
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